1.- El Valencia recibió al F. C. Barcelona para jugar un partido que siempre está marcado con asterisco en el calendario liguero. Cuando uno de los dos colosos visita Mestalla, la probabilidad de que se dé un partidazo es altísima, y lo de ayer no escapó a esa premisa. La plaza che no defraudó y empujó a su equipo con fuerza e ímpetu para forzar las tablas contra el equipo de Messi, Suárez y Neymar, las piezas principales de un conjunto cuya cima, a día de hoy, está por los cielos.
2.- Los visitantes alinearon con su once de gala, el de las grandes citas, el mismo que campeonó en Berlín hace unos meses, con el cambio de Bravo por Ter Stegen. Los locales, por su parte, salieron con un 4-5-1 conformado por Domènech; Rubén Vezo, Santos, Abdennour, Gayà; Danilo, Dani Parejo, Enzo Pérez, Santi Mina, Rodrigo De Paul; y Paco Alcácer. La particularidad estuvo en que Parejo se ubicó como mediocentro, flanqueado por Danilo por la derecha y Pérez por la izquierda.
3.- La orden de Voro González, el técnico interino, ante la mirada de Gary Neville en la tribuna, fue la de comprimir todo el espacio posible entre líneas para evitar que Iniesta, Neymar y Messi rajaran por ahí a su equipo. Esto sin situar la defensa a cinco metros de la portería. El problema, de entrada, fue que Messi y Neymar no necesitaron recibir un pase vertical entre la defensa y el centro del campo ché. A los cuatro minutos, Messi metió un pase diagonal desde atrás a Neymar, quien esperó a que Messi llegara al área para devolvérsela. Así sucedió, y el argentino falló frente a Domènech. Ahí comenzó el torrente de fallos del Barcelona.
4.- Tanto Messi, primero, como Neymar, después, y luego Luis Suárez fallaron hasta siete ocasiones clamorosas a lo largo del primer tiempo. La explicación de que fueran tantas y tan claras estuvo en que los de Luis Enrique detectaron en muy poco tiempo por dónde quebrar a su rival: el costado de Rubén Vezo, quien ayer ejerció de lateral y está acostumbrado a jugar como central. Por esa zona, la de Neymar, pasaron Iniesta, Suárez, Jordi Alba, e incluso Messi. Y las oportunidades de gol no paraban de llegar.
5.- El Valencia, cuando la recuperaba, hacía lo que le pedía su grada: desfondarse hasta el extremo, aunque eso no significara marcar. Así, a punta de energía, De Paul superaba a sus marcadores en conducción, acompañado por un Enzo Pérez que subía y bajaba a un ritmo que luego le costó irse lesionado. Mención aparte merece la labor de Paco Alcácer, fuente inagotable de soluciones para los suyos. El internacional español hizo de todo. Sacó de sitio a Busquets, Piqué, y Mascherano, la aguantó con esmero y la entregó con acierto.
6.- Ante la frustración que genera marrar ocasiones claras, el Barcelona reaccionó descubriéndose un poco más en defensa, lo cual hizo que los fulgurantes y esforzados contragolpes valencianistas dieran una sensación de peligro algo inquietante, aunque casi nunca terminaran en remate a puerta. El partido se mantuvo en esa tónica hasta el gol de Luis Suárez, el duodécimo en los últimos ocho encuentros. Luego de esto, Mestalla empujó con más brío, lo cual llenó de ahínco a sus jugadores, que se fueron arriba a pesar del derroche físico de la primera parte.
7.- Y a falta de cinco minutos para el final del tiempo reglamentario llegó el gol de Santi Mina luego de un prodigio espectacular de Alcácer. Este, en inferioridad numérica, en carrera y contra Piqué y Mascherano, amortiguó un pelotazo con el pecho, lo domó con la cabeza, la bajó, la aguantó, se giró y se la dejó de cara a Mina, quien fusiló a Bravo y marcó el 1-1.
y 8.- No se puede decir que el reparto de unidades obedezca a lo visto en el campo, ya que los culés fueron muy, muy superiores a los che. Pero tampoco se puede decir que el Valencia no hiciera nada para arañarle puntos al Barcelona, porque el esfuerzo fue monumental. El 1-1 se explica por el peso de los intangibles en este deporte; el vigor que irradia Mestalla en las noches grandes da para esto. La apisonadora de Europa falló lo que nunca falla y su rival tiró de amor propio para obrar una hazaña y llenar de júbilo a su público. Que siga.
* Sebastián Duque es periodista.
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