"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
El domingo, ante el Mirandés, empezó otra nueva etapa para el Real Valladolid. En este inicio de liga he estado seco de ideas. En los distintos partidos disputados en Zorrilla no he encontrado nada que pudiera destacar aparte de lo que creo que hace cualquier equipo de la categoría. Mucha especulación con el resultado, poca hambre por ir a por los partidos y mucho profesionalismo sin corazón. Quizás el raro sea yo, pero no me identifico como aficionado, y como entrenador no he visto nada organizado que permita imponerse a los rivales.
En toda esta tormenta de ideas que se ha acumulado desordenadamente en mi cabeza durante el inicio de liga no he sido capaz de elaborar pensamientos futbolísticos razonados que puedan justificar la situación por la que atraviesa el equipo. Mi Real Valladolid no es distinto, como he comentado, del resto de equipos, y es en esta afirmación donde se cimenta mi argumentación para encontrar respuestas.
Como entrenador tuve la suerte de formar parte de las categorías base del Real Valladolid. Estuve la temporada 2012-2013 entrenando al cadete de primer año. No recuerdo ningún chico de los que entrené que no rebosase ganas por aprender, para llegar algún día a ser profesional. Ilusión, ganas, rigor, sacrificio, disciplina, comportamiento ejemplar, pero por encima de todo defensa de un escudo y amor a un sueño canalizado en blanquivioleta. Muchos de esos jóvenes futbolistas tomaron caminos diferentes. No podemos engañarnos, no todos tenían el gen del futbolista de élite, pero sí unos cuantos. Ya con tan solo 14 años, para mí y con mi criterio de entrenador, la hoja de ruta de unos cuantos de ellos estaba clara, y su destino, sí o sí, era llegar al primer equipo. Ahora bien, el club debe preocuparse por hacer que así sea y tutelar el camino de esos jóvenes futbolistas a lo más alto. ¿Qué mayor valor añadido puede obtener un club profesional que poner en primera línea a jugadores provenientes de su cantera? Es indiscutible el aumento de cotización de estos jugadores hablando de euros, pero más indiscutible aún es la identificación que lograría en la afición, en la cantera y en todo lo que rodea la ciudad. Un vecino tuyo está ahí, defendiéndote y dándolo todo.
Lamento decir que en la plantilla del Real Valladolid no hay muchos ejemplos de jugadores que no necesiten pruebas de sentimiento de amor por la camiseta que visten. Casi todos vienen de fuera, no niego que sean buenos profesionales, sin embargo creo que necesitamos más referentes de aquí.
Gaizka Garitano seguro que es tan buen entrenador como Miguel Ángel Portugal, pero ambos necesitan que sus ideas sean ejecutadas con pasión por aquellos que salen al campo. Solo veo un camino: confiar en la cantera y darle la alternativa de verdad. No existe riesgo. El futbolista medio español es un futbolista bien formado, con calidad técnica suficiente para aportar cosas al equipo y ponerse al nivel rápido. No hay nada que temer y menos si se ha regado con agua blanquivioleta.
Hoy en día varios chavales que entrené se encuentran en el camino, en categoría juvenil, y como se suele decir su valor se les supone. Espero que no tengan que cambiarse sus apellidos a Churches, White, Rabbit o Swan para que el Real Valladolid, que los ha criado, se fije en ellos. Entonces, empezaremos a ser distintos al resto de equipos.
* Daniel Juan Sánchez es entrenador.
– Foto: Real Valladolid
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