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"Entonces marcábamos goles, pero no nos daban trofeos por hacerlo". Telmo Zarra


Santoral / Historias

Imre Schlosser: el gol en la sangre

por el 24 agosto, 2015 • 18:53

El primer gran goleador de la historia del fútbol, fue siete veces el máximo artillero del campeonato húngaro (1909, 1910, 1911, 1912, 1913, 1914, 1917) y en cuatro oportunidades también lo fue de Europa (1911, 1912, 1913, 1914). Además abrió el camino para otros brillantes goleadores húngaros del siglo XX, como Jozsef Takacs II, György Sárosi, Gyula Zsengellér, Ferenc Deák o Ferenc Puskás. Nacido el 11 de octubre de 1889 en Budapest (Imperio austrohúngaro), se desempeñaba como delantero centro. Futbolista de gran técnica, inteligencia, astucia y garra, era un rematador excelso con ambas piernas y la cabeza y su eficacia de cara a gol era demoledora. Se le conoció con el apelativo de Slózi.

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Comenzó a jugar de pequeño en las filas del Remény FC desde los 12 años hasta los 16 en 1905. A continuación fichó por el Ferencváros, en el que pronto estalló como un jugador extraordinario. En su primera temporada marcó 16 goles y levantó el título de liga tras superar el cuadro capitalino al Magyar MAC en la tabla clasificatoria.

En el curso siguiente, el Ferencváros no logró revalidar el trofeo del año anterior, pero a partir de 1909 agrandó su dominio en la élite del balompié húngaro. Era un plantel donde además de Schlosser estaban jugadores como su cuñado, el portero Fritz Alajos, o los internacionales húngaros Zoltán Blum, Borbás, Sándor Bródy, Mihály Pataki y Gyula Rumbold. Ganaron cinco ligas consecutivas. Además, en 1913 lograron también el doblete al derrotar en la final de copa al Budapest AK por 2-1 con una diana de Schlosser. Fueron temporadas en las que el delantero dejó registros asombrosos, como los 33 tantos que anotó en el curso 1908-1909, los 34 de la campaña 191-1912 o los 39 conseguidos en la 1910-1911 y 1912-1913.

Sin embargo, una agria discusión con la directiva del club le hizo tomar la decisión de dejar la entidad verdiblanca en 1915. Para mayor disgusto de los dirigentes y de la afición, su destino le llevó al MTK, el gran rival por entonces. En 1916, con la I Guerra Mundial en plena ebullición, regresó la competición liguera al fútbol húngaro después de un par de torneos que, aunque se disputaron, no fueron considerados oficiales. Su llegada al MTK dio un enorme impulso a un equipo en el que formaban parte de la plantilla futbolistas como Vilmos Kertész, los hermanos Konrád, Jenó y Kálmán, György Orth, Alfréd Schaffer o Gyula Feldmann.

El MTK ganó seis ligas seguidas (1917-1922) con el Ferencváros y el Ujpest incapaces de hacerles sombra. Slózi hizo lo que mejor sabía hacer, que era marcar goles. Aunque a partir de 1919 sus guarismos descendieron, en las dos campañas anteriores marcó 38 (1916-1917) y 41 goles (1917-1918), el mejor número de toda su carrera. Al término del curso 1921-1922, después de jugar nueve partidos y marcar un tanto, decidió retirarse de los terrenos de juego. Se había enfundado la elástica del MTK de forma oficial en 125 ocasiones y logró perforar la red contraria 141 veces, una excelente media de 1,13 goles por partido.

Pero no fue su retirada definitiva, puesto que tres años después volvió a calzarse los borceguíes en el Wiener AC austriaco. Allí consiguió seis goles en 17 encuentros. Y en 1926 retornó al Ferencváros para iniciar una segunda etapa. Schlosser tenía 37 años y la mayoría de la hinchada pensaba que estaba acabado, sin embargo sorprendió a todos y cuajó una temporada espectacular: 13 goles en 17 partidos que ayudaron a que las Águilas verdes conquistasen el doblete de liga y copa en 1926-1927 por primera vez en la historia de la institución.

Tras concluir la temporada se despidió para siempre del Ferencváros con unas estadísticas de 197 partidos y 295 goles y firmó por el Budai 33 Budapest, donde tras jugar nueve choques y un gol se despidió para siempre de los terrenos de juego.

Su récord de 361 tantos en la liga de su país permaneció inalterable hasta que Gyula Zsengellér lo batió casi dos décadas más tarde. Posteriormente Ferenc Szusza superó a ambos.

Con la selección húngara fue internacional en 68 ocasiones y marcó 59 goles. En aquella época supuso un récord alcanzar esa cifra de partidos y de goles y conseguirlo además en un periodo de 21 años (1906-1927). Aún sigue siendo el futbolista que más tiempo ha jugado en el equipo nacional. Debutó el 7 de octubre de 1906 en un amistoso frente a Bohemia en Praga que terminó 4-4. No se estrenó con gol, aunque no tuvo que esperar mucho, puesto que en su segundo partido con Hungría anotó una diana en la victoria por 3-1 contra Austria el 4 de noviembre del mismo año.

Por entonces apenas había competiciones oficiales y la mayoría de choques que disputó Schlosser fueron amistosos. En los siguientes años, Hungría se enfrentó a lo más granado del panorama europeo. El equipo húngaro conjugó enormes triunfos con derrotas estrepitosas. En Budapest logró victorias espectaculares como ante Bohemia en 1908 (5-2, con doblete de Schlosser), ante Italia en 1910 (6-1, con otros dos goles de Schlosser) o ante Suiza en 1911 por un aplastante en una tarde en la que el delantero aquineo obtuvo su récord de tantos con Hungría al marcar seis. Fuera de casa se impuso a Austria en Viena por 3-4 con hat-trick de Slózi, 0-3 a Francia en París de nuevo con un triplete suyo, 0-1 a Italia en Milán o 1-4 a Alemania en Múnich con dos dianas del sensacional artillero.

Selección húngara (1912)

Selección húngara (1912)

Sin embaro, si hubo un ogro en aquellos tiempos para Hungría fue el equipo inglés. Los inventores del fútbol, que tenían en sus filas a Vivian Woodward, Fred Pentland, Sam Hardy, Bob Crompton o Billy Wedlock, doblegaron a los húngaros en Budapest de manera holgada en 1908 y 1909. Primero ganaron por 0-7 y en el segundo duelo triunfaron por 2-8 pese a los goles locales de Meszaros y Schlosser. Otras duras derrotas, menos abultadas, se produjeron contra Austria en 1910 y 1911 y Suiza también en 1911.

En 1912, Hungría acudió a los Juegos Olímpicos de Estocolmo y Schlosser fue incluido en la convocatoria de Ede Herczog junto a otros fabulosos jugadores húngaros de la época como Gyula Bíró, Gáspár Borbás, Béla Sebestyén y Gyula Rumbold. En el debut les esperaba el Reino Unido, y la historia de los años anteriores se volvió a repetir. Los británicos apabullaron a Hungría por 7-0 y le enviaron directamente al torneo de consolación. En dicha competición el equipo se rehízo y acabó por ganar el torneo. En semifinales derrotó a Alemania por 1-3 (los tres goles los marcó Schlosser) y en la final, en el estadio de Estocolmo, calcó el tanteo ante Austria, con un gol de Slózi.

Tras los Juegos Olímpicos prosiguieron la ristra de amistosos y Hungría confirmó su gran nivel en el continente europeo. Coleccionó víctimas como Rusia (a la que se impuso por 0-9 y 0-12); Austria, que estuvo varios años sin vencerle; Suecia o Francia. Schlosser lideró al equipo en la faceta goleadora con siete dianas a los rusos y tres a austriacos y suecos. En plena I Guerra Mundial también se disputaron estos encuentros, aunque casi siempre el rival de Hungría fue su vecina Austria. El delantero, por entonces en el MTK, acudió al combinado nacional con asiduidad hasta el año 1921, antes de dejar el equipo.

Sin embargo, tras cinco años de ausencia, cuando nadie esperaba su regreso, volvió y jugó tres partidos más. En 1926, con Schlosser en el once, Hungría doblegó a Checoslovaquia y Suecia. Y en 1927, en el último partido de la carrera internacional del magnífico punta, perdió con claridad ante el cuadro austriaco en el estadio Hohe Warte de la capital vienesa.

Su experiencia como técnico no fue muy amplia, aunque entrenó a varios equipos durante la década de los 20. Primero se sentó en el banquillo del Vívó és Atlétikai Club húngaro y en 1923 recibió una gran propuesta del IFK Norrköping sueco que aceptó. Un año más tarde emprendió camino hacia Polonia para tomar las riendas del Wisla Cracovia y a mediados de los años 20 entrenó a los juveniles del Wiener AC mientras él jugaba con el primer equipo. Luego también tuvo una breve etapa en el Brigittenauer AC austriaco y en 1928 regresó al Wisla, donde concluyó su carrera como entrenador unos meses más tarde.

Tuvo un hijo también futbolista de nombre Solymosi Norbert que llegó a jugar en el BSZKRT y el Nagyváradi AC. Falleció a los 69 años de edad el 19 de julio de 1959 en Budapest y fue enterrado en el cementerio de Farkasréti.

* Alberto Cosín.





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