Crónicas 2015-2016 / España / Supercopa España 2015 / Fútbol
1.- Si previamente se hubiera escrito el guión del partido, muchos habríamos imaginado las sensaciones que se iban a dar. Un Athletic Club más fresco física y mentalmente, con las ideas claras ante un Barcelona agarrotado, que llegaba un segundo tarde a cada acción y muchas rotaciones. El eje de la zaga era el formado por Bartra y Vermaelen. Rafinha y Sergi Roberto ocupaban los interiores y la banda izquierda estaba formada por Adriano y Pedro, dos jugadores a los que se les relaciona con la Roma y el Manchester United, respectivamente. Las sensaciones eran predecibles. El resultado, inimaginable.
2.- El Athletic defendía en repliegue medio con dos líneas de cuatro, el joven Eraso –intenso a la par que inteligente– encima de Mascherano y Aduriz por delante. El Barcelona se mostraba paciente con la posesión del balón hasta que el Athletic adelantó líneas de presión, viendo que el Barcelona estaba impreciso y jaleado por el ambiente de San Mamés. Hasta tres acercamientos seguidos tuvieron los bilbainos. El cuarto no parecía ni ocasión, tras un pelotazo que dejó a medio equipo en fuera de juego. Pero Ter Stegen, en lugar de esperar a que el balón entrara en el área, despejó con la cabeza y el balón le cayó en el centro del campo a Mikel San José, que controló y chutó desde la larga distancia. El portero alemán, mal colocado tras el deficiente despeje, nada pudo hacer.
3.- Sin elaboración en el juego, al Athletic le bastaba presionar –o amagar que presionaba– para inquietar a un Barcelona que no conectaba con el centro del campo ni era capaz de encontrar a Messi, que cada vez retrasaba más su posición para participar en el juego. Los de Valverde defendían en conjunto y en ataque buscaban el lado débil del Barcelona: la banda izquierda de Adriano, falto de intensidad y quizá de ritmo, dubitativo en el corte y fuera de posición.
4.- El Barcelona caía en errores ya conocidos: predecible con el balón si no encuentra a Messi y no tiene la salida de balón de jugadores como Busquets; los problemas de Pedro para ser productivo con el balón lejos del área y el recurrente error de Bartra, que siempre busca anticiparse al delantero cuando la situación en muchas ocasiones pide aguantar la posición. Por su parte, Vermaelen dejó buenas sensaciones, ganando por arriba a Aduriz y mostrándose más seguro que Bartra y Adriano.
5.- Solo un acercamiento peligroso tuvo el Barcelona en la primera mitad, una falta de Messi al borde del área que Iraizoz pudo despejar. Realmente, el Athletic tampoco inquietó mucho a Ter Stegen, pero siempre dio la sensación de tener el dominio del partido, salvo el espejismo de los primeros cinco minutos.
6.- La presión coral del Athletic y la desidia catalana no podía alargarse también en la segunda mitad, que se inició con un envío al larguero de Pedro y otra intervención de Iraizoz ante Messi. Entró Iniesta, pero no le dio tiempo a tocar el primer balón. Sergi Roberto perdió el esférico en propio campo, Sabin Merino se zafó de Alves y el centro lo recogió Aduriz para hacer el segundo gol. Cuando parecía que la tónica del partido podía cambiar, los de Valverde aprovecharon el error de Roberto, que fue sustituido por Rakitic.
7.- El nivel colectivo era bajo pero el individual de algunos jugadores aún peor. Como en el anterior tanto, esta vez el recién entrando al campo Rakitic casi ni pudo participar en el juego. Un error de Adriano posibilitó el guión ideal para los vascos: centro-remate o centro-despeje-remate. Aduriz no falló. 3-0. La tragicomedia era tal que en un córner cuyo esférico cayó en el segundo palo, el árbitro señaló una absurda falta de Dani Alves en el primer palo. Aduriz marcó el penalti. Barça desquiciado. Campeón en la lona.
8.- Hasta el final del partido, nunca acabó de dar la sensación de que el Barcelona podía recortar distancias. Los cambios –también entró Sandro Ramírez– nada pudieron hacer para variar la dinámica del encuentro. El Athletic era un león fiero y el Barcelona, la presa incapaz de luchar por sobrevivir.
9.- Las causas son varias y se debe empezar por honrar al vencedor hoy. Los de Valverde creyeron desde el inicio. Defensa adelantada pese al peligro de Suárez al espacio, líneas muy juntas, intensidad extrema en la búsqueda del rechace y la segunda jugada, equipo cerrado sobre Messi al que Balenziaga seguía pero sin meter el pie –fundamental para tratar de contenerle– y un Aduriz supremo que condiciona cualquier esquema y partido a poco que el colectivo le acompañe. Bartra no encontró respuestas para pararlo. Precisamente la suplencia de Piqué mostró su importancia en el sistema culé. El dominio del Athletic no se transformó en muchas ocasiones, pero las pocas sí fueron definidas con acierto.
10.- En el conjunto catalán, muchos matices. El primero, obvio. Con solo un entrenamiento previo al partido y llegando a Barcelona el miércoles casi de día, los de Luis Enrique no tuvieron la preparación idónea. Es por eso que hubo rotaciones, en la búsqueda de tener el máximo de jugadores competitivos posible. No salió bien porque el nivel de los suplentes está a años luz de los que quedaron en el banquillo, el equipo no les ayudó y el sistema de juego no protege a los menos habituales, ya que del perfeccionado juego de posición de otros años se pasó al equipo que depende casi por completo de las individualidades de su tridente. Pero así es como se ganó el triplete el curso pasado. Hoy, Messi, principio y final del equipo, estuvo ausente, y aun así tuvo dos ocasiones muy claras que Iraizoz despejó.
11.- Desde muchos sitios se pregonará sobre la falta de actitud del equipo, que no es causa sino consecuencia de la apatía ante la falta de piernas y el descenso de nivel de los que partieron hoy como titulares. Todo esto redundó en la famosa intensidad: el Athletic corrió, pero lo hizo ordenado. El Barcelona cayó pronto en el desorden del que se encuentra ante una situación compleja y a las primeras de cambio recibe el primer golpe sin saber encontrar respuestas para sobreponerse.
y 12.- Oda al Athletic, que aprovechó su ventaja en la preparación pero afrontó el partido como debía –el primer paso era creer que podían hacerlo–. El Barcelona, más allá de los problemas a la hora de afrontar el encuentro, debe asumir la importancia capital de jugadores como Piqué o Busquets, retomar la tensión competitiva de sus mejores días y ahondar en el evidente problema defensivo del equipo, colectivo e individual, que le convirtió hoy en un conjunto caricaturizado.
* Ismael Ledesma.
– Foto: EFE
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