Fútbol 2011-2012 / Europa League 2011-2012 / Internacional
1.- La presencia pavorosa de Radamel Falcao destruye al Athletic Club, un equipo que había aplastado al Manchester United en Old Trafford. Ni siquiera son sus extraordinarias acciones: es su simple presencia. Falcao rima con miedo, con pavor, con pánico. Con KO. Falcao League.
2.- Su influencia es estratosférica en la final. Se basta para fijar a la defensa bilbaína, para convertir en un muñeco de trapo al desventurado Amorebieta, para desquiciar a Javi Martínez, para estirar al Atleti hasta el balcón de Iraizoz, para hacer sentir su peso ominoso a todo el Athletic. Pocas veces un solo jugador ha influido tanto en un día tan señalado.
3.- Presión inicial del Atleti en ¾. Falcao tapa a Javi y la segunda línea (Adrián, Diego, Arda) frena las salidas, ensucia el tránsito hacia Iturraspe y anula a los interiores vascos. Bastan cinco minutos para quebrar el estado emocional de un Athletic que ha saltado al estadio rumano con la febrilidad de los imberbes, con la aceleración de los neofitos, con la gelatina de los noveles.
4.- Los resbalones bilbaínos en apenas cinco minutos rivalizan con los errores no forzados en el pase. El Athletic es un flan y Falcao se lo come entero. Lo engulle. Han pasado 6 minutos y el colombiano saca el bisturí electrónico que esconde en sus pies. Con la mirada intimida a Amorebieta, en su noche más oscura, le esconde el balón, nada por aquí, nada por allá, hasta que el venezolano se derrumba. Y entonces lanza con la izquierda esa comba que suena como un uppercut en la mandíbula de los chicos de Bielsa. Mandíbula de cristal, algo se rompe en ese puñetazo.
5.- Seis minutos solo y el Athletic está groggy, presa de sus nervios y de un portentoso delantero. Falcao repite gol en final de Europa League, jardín particular del colombiano, por segundo año consecutivo y no se quedará ahí. Llegará otro, el del KO definitivo cuando los bilbaínos habían recuperado el aire, favorecidos por el repliegue madrileño, quien sabe si fruto del instinto o de un plan del Cholo, “uno de los nuestros” como decía María José Navarro en la víspera, con esa sentencia premonitoria: “Yo me ocupo”.
6.- En ese paso atrás del Atleti, Ander y Muniain creyeron vislumbrar luz, pero era la luz del tren que les iba a aplastar. Enfrente suyo, todo estaba oscuro. Un monumental partido de Mario Suárez y Gabi, silenciosos, discretos, casi anónimos, había tapiado todas las sendas. El Athletic tenía delante un prodigio de organización defensiva, con Godin y Miranda anticipándose por arriba a Llorente y Juanfran, Filipe y los dos mediocentros cerrando puertas, ventanas y escondrijos.
7.- ¿Qué más le podía ocurrir a un Athletic ciego? Algo más: torpeza y freno en la circulación. Iturraspe cometía un error peor que cometer errores: frenar la circulación ofensiva de su equipo, desordenarlo pese a tener el balón en propiedad. Mala noche del prodigioso mediocentro, sustituido al descanso por Bielsa en busca de una fluidez que Iñigo Pérez y Muniain le aportaron con mayor acierto.
8.- Un equipo ciego se afanaba contra un muro inescalable, mientras bajo sus pies las arenas se movían, y delante el rey del bisturí continuaba sajando donde Amorebieta. Su segundo gol llegó en un error flagrante del central zurdo, que regaló el balón a Arda y retrocedió con lentitud. Para cuando regresó, el turco había cedido a Falcao y éste ya había colgado en la pared la cintura de Aurtenetxe con un requiebro que recordó al del gran Torpedo Müller. El KO del Athletic.
9.- Amorebieta cerrará una noche oprobiosa cuando, casi al final, será víctima de una obra maestra de conducción, amague, regate y desborde por parte de Diego, que pondrá el 3-0 final convocando a las huestes atléticas a otra celebración en Neptuno apenas dos años después de la anterior, esta vez con un once totalmente renovado.
10.- Entre el KO de Falcao y el sello y matasellos de Diego transcurrirán 50 minutos de frenesí inane del Athletic. Lo intenta por arriba, casi siempre de manera desafortunada; y mucho mejor por abajo, con algunas buenas combinaciones que mueren en su desembocadura incierta. Pero a cada respiro, el Atleti resucita su máscara del terror y hace temblar a los bilbaínos, cuyas sensaciones son las del competidor honesto que pelea contra una fuerza superior.
11.- El dominio emocional ha sido del Atleti incluso antes de que Falcao sacase las garras. También el posicional, incluso en los momentos de mayor repliegue. Sin controlar el balón, los del Cholo han dominado el partido, su ritmo, la cadencia que le interesaba, cuándo abrir, cuándo cerrar, cuándo adormecer y cuándo apuñalar.
12.- Para el Athletic, una pesadilla. Tras una temporada europea brillante en la que tomó posesión de Old Trafford y el Veltins Arena nada menos, Bucarest ha sido un tortazo anímico y también futbolístico. Cabe prever críticas a Bielsa, al estilo de juego, a la voluntad de salir con el balón desde atrás y a jugadores que se han visto superados por la final y por un rival esplendoroso. Pero ese mismo entrenador, esos mismos jugadores y ese mismo modo de entender y practicar el juego son los que le han llevado a dos finales y permitido dominar a grandes rivales. Las críticas sí, pero las dudas no deberían tener entrada en San Mamés.
13.- Recital rojiblanco en todos los sentidos del juego. Por el delantero centro, sin duda alguna, soberbio aviador de sí mismo. Por su segunda línea de jinetes certeros, hoy con Diego nuevamente fulgurante. Por la pareja de mediocentros silenciosos, capaces de sujetar la amplia cintura de sus compañeros. Por la buena organización defensiva, dominando todos los lances, al igual que su guardameta, hoy sí entero y cuadrado. Y por su entrenador, el del “yo me ocupo”.
y 14.- Por la noche rumana, una sombra con guadaña, melena oscura, se pasea limpiando la sangre del bisturí y murmurando: “El pavor, el pavor…”.
– Fotos: EFE – AFP
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