"La clave del éxito no es jugar como un gran equipo, sino jugar como si el equipo fuera una familia". Stephen Curry
Day D
Barcelonista que vienes al mundo te guarde Gamper: uno de los dos Barça ha de helarte el corazón. Que perdone Machado el atrevimiento, pero la devastación anímica que se intuye entre las filas del llamado barcelonismo ilustrado (uno de los eufemismos regalados en campaña, made in Evarist Murtra) da para echar mano de poetas clásicos antes de ponerse grave y solemne en la contemplación del paisaje devastado después de la batalla electoral. Y conste que uno de los dos Barça no albergaba intención alguna de polarizar el club de este modo tan fratricida. Pensaba ingenuo, allá por el 2010, que había alcanzado Ítaca tras tantísimos años de navegación en los que la brújula fallaba más de lo debido. Décadas después de iniciada, la Carta Magna del Modelo quedaba por fin redactada, aprendidos de memoria artículos y apostillas. Para triunfar y hacerlo a la manera propia, fijando bello sello personal, hermoso hasta no admitir comparación planetaria, había que aplicar a la receta de éxito ingredientes conocidos, cercanos, por fin hallados y en abundancia. Nada. Tras la victoria de ayer por mayoría absoluta, un tercio del barcelonismo se enfrenta ahora a una larga travesía por el desierto, otra más, otra vez, quemadas ya las naves, con idéntica pesadumbre a la bíblica de Moisés cuando bajó del Sinaí con las tablas para topar de bruces contra el espectáculo de adoración al becerro de oro. No hay manera, no existe remedio contra la maldita enfermedad de la inmediatez, contra el brillo del último marcador, máxime cuando tratamos de todo un triplete, flamante consecución que ha pesado como un muerto en las voluntades hasta el extremo de borrar el texto restante, que era largo y prolijo.
Ha quedado el paisaje sintetizado hasta el minimalismo radical: no importa nada más que ganar. Nada pesa, nada vale, nada resta. Mayoría absoluta a Bartomeu, a pesar de todo. Carta blanca para que, ya legitimado, decida cuanto le venga en gusto y gana sin escuchar siquiera la voz de réplica, que éste será parlamento sin diputados, sin jefe de la oposición, sin voces discordantes mientras se siga dando al socio lo único que pide. Ganar. Es más, ni siquiera será necesario recurrir al saco de las medias verdades, las medias tintas y las explicaciones con excusas inverosímiles. Pantalla de plasma cuando toque, si les sale del magín instalarla, y a tirar millas. ¿Desde cuándo se gestó esto? Por lo menos, desde que Núñez rompió el porrón en el 78 y decidió que lo suyo sería la perpetuación blindada a base de cultivar ciertas connivencias poderosas. La mediática, por un lado, a fin de generar la corriente de opinión conveniente a cada momento según dictaran los propios intereses. Y la peñística, por el otro, forjando pieza a pieza un ejército pretoriano tan extenso e impresionante como los guerreros de Xian. Nada importa, solo el último marcador, certeza que enloquece a teóricos, pensadores, progresistas y amantes del modelo rechazado en general. Ni siquiera han rechistado por la dictadura patrocinada desde la camiseta, ni por el abandono de La Masia a cambio de caros cromos. Tampoco importan los juzgados, ni la opacidad antidemocrática. Solo se adora al becerro de oro que esculpe Messi, el Miguel Ángel a quien querían traspasar, mira tú por donde.
¿Oposición? Desaparecida de un plumazo para un buen rato. Benedito, ya amortizado, a casa. Laporta no querrá emular a Simón el Etilita para la prédica desde una columna bajo la solana insufrible del arenal, sin un solo oasis a la vista. Freixa, encantado de que le consideren ‘marca blanca’ del ‘neonuñismo’ cuando se presente nueva ocasión, dentro, teóricamente, de muchas, muchísimas lunas. Hoy, refrendado por la masa social (que es la que es y lo que es, simplemente, no nos extendamos), Josep Maria Bartomeu será presidente. Pero será el mismo y no caerá un rayo de luz desde el cielo para iluminar su égida y convertirle en infalible a la manera de los Papas romanos. Es el que es, ése también. Visado para seis años, aunque igual por Navidad ya hablamos de otra cosa porque aquí manda un tremendo dictador sanguinario llamado Último Resultado. Como era triplete, la moneda les cayó de cara, para consternación de quienes ven el modelo a punto de arrasar, con la sal ya preparada en aras de convertir en sueño efímero lo que fue idílica realidad. Impresionante, por ejemplo, el abatimiento que domina hoy esa aldea rodeada que fue Twitter. Se han ido todos a la playa, quizá para soltar sus lágrimas al mar y que no se note tanto. Defunción del ‘barcelonismo ilustrado’, difícil que le de por resucitar al ser agnóstico por definición. El Barça sigue en manos del poder establecido, de quien le considera su finca privada. Pero no le vengas con ésas a los que solo piensa en ganar y apenas paladean aún el dulce sabor del triplete. Mañana, más.
* Frederic Porta es periodista y escritor.
– Foto: Marca
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