"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
La temporada llega a su ecuador arrojando luces y sombras sobre muchos atletas. Lo habitual son las sorpresas, ya que eso es una parte inherente del atletismo. Es imposible predecir lo que puede suceder, pero muchas cosas han cambiado con respecto al año pasado. Si tomamos como referencia a los mejores del 2014 (Renaud Lavillenie y Valerie Adams), podemos comprobar que su temporada no está siendo todo lo buena que se podía esperar. En el caso de la neozelandesa es debido a una doble operación que a la que se sometió en invierno y que llevó a una larga recuperación. En el mítin Areva de París perdió después de 56 victorias consecutivas y demostró que todavía le falta entrenamiento para regresar a su rendimiento habitual. Lavillenie tampoco está teniendo una temporada muy regular. En pista cubierta estuvo a su nivel habitual y empezó la temporada al aire libre a un buen nivel. Su regreso después del accidente de la liga de clubes francesa fue excelente, con 6.05 en el Prefontaine. En Roma también compitió bien (5.91) y en Cheboksary sacó su casta de campeón y derrotó a todos en el último intento en 5.85. Nunca antes había saltado tanto en la primera altura. Pero las dudas aumentaron después del fracaso de París y Lausana, dos pistas, sobre todo la francesa, que se le dan muy bien a Lavillenie. Su última competición fue el Campeonato de Francia donde superó los 5.85.
El duelo más apasionante del 2014 fue el de Barshim y Bondarenko en salto de altura. Este año están lejos de lo que nos depararon en 2014. Bondarenko no es el que vimos el año pasado. Su mejor prestación está en 2.37, marca conseguida en mayo en la ciudad japonesa de Kawasaki. Solo en otro mítin, el de Rabat, ha superado los 2.35 (lo hizo por un centímetro). Su peor prestación fue en la prueba en la calle que se disputó en Bakú, donde saltó 2.15. Barshim brilló en Eugene (Prefontaine Classic), donde saltó 2.41, pero sus últimas actuaciones están siendo del mismo nivel. En el Campeonato de Asia fue tercero, mismo resultado que en los Bislett Games. La cosa empeoró en París, donde fue quinto (2.29). En el Gyulai Memorial venció con 2.36 (su mejor salto desde Eugene).
Los trials disputados en EE. UU. también dejaron fuera de combate a muchos atletas del máximo nivel. Entre ellos están Sanya Richards-Ross, Michael Tinsley, Carmelita Jeter, Yohan Blake, Jasmin Stowers, Jason Richardson, Ryan Bailey y Tony McQuay. Francena McCorory está pendiente de la decisión de Allyson Felix. Si decidiera correr el 400, se quedaría fuera de la selección en la prueba individual.
En el lado positivo tenemos ya un nuevo récord del mundo en martillo femenino gracias a los 79.83 metros de Anita Wlodarczyk. Varios son los duelos que están destacando esta temporada, pero analizaremos dos, uno por sexo.
Pedro Pablo Pichardo, conocido por PPP por ser el acrónimo de su nombre y apellidos, y Christian Taylor nos están deparando unos duelos dignos de unos JJ.OO. La duda es saber si aguantarán en este estado de forma hasta Pekín, pero sus enfrentamientos en Doha y Lausana pasarán a la historia del triple salto. En Doha venció el cubano con 18.06, por 18.04 del norteamericano. Pichardo lleva un año perfecto, con cinco concursos en 17.94 o más. Su mejor salto fue de 18.08 en el Memorial Barrientos. Además saltó 17.99 en Lausana, 17.96 en Roma y 17.94 en La Habana.
La revancha llegó en Lausana, donde el norteamericano saltó 18.06, por 17.99 del cubano. El segundo mejor salto de Taylor fue de 18.02 y el de PPP fue de 17.85. Este segundo mejor salto de ambos valdría para ganar campeonatos del mundo y JJ. OO.
Taylor está compitiendo menos que Pichardo. A diferencia del año pasado, cuando los compaginó con las carreras (sobre todo 400, pero también el salto de longitud), este año está más centrado en los saltos.
Genzebe Dibaba y Almaz Ayana están destinadas a suplir la falta de talento de la primera fila masculina del fondo etíope en pruebas de pista. El fondo etíope masculino está falto de una gran figura que llene el espacio dejado por Gebrselassie y Bekele. Ellos, junto con Farah, hicieron que el potente atletismo keniano no lograra triunfos en los grandes campeonatos, pero ahora el fondo etíope se muestra huérfano de esa gran figura. Muchos son los atletas prometedores que parecían destinados a copar ese trono, pero la realidad puso a todos en su sitio y no son pocos los que se han quedado a medio camino. El recién llegado Kejelcha, por su edad, es el mejor posicionado, pero no sería el primero que se queda en el camino.
Las atletas etíopes, en cambio, copan los podios y rankings. Además tienen relevo generacional a Tirunesh Dibaba y Meseret Defar, las grandes dominadoras en esta última década. Ayana y Dibaba parece que además de dominar están destinadas a una rivalidad que con el tiempo podría asemejarse a la que tuvieron Bekele y Gebrselassie. El enfrentamiento salíó a la luz pública cuando Ayana intentó participar en los Bislett Games y los organizadores prefirieron que corriera solo Dibaba. La noticia apareció en toda la prensa internacional y muchos nos hicimos eco, por distintos medios, de lo que estaba aconteciendo en Oslo. La excusa que dio Steinar Hoen, organizador de los Bislett Games, fue que no querían a las dos porque eso podría llevar a que no hubiera acuerdo entre ellas. Consideró que había muchas posibilidades de carrera táctica con las dos juntas en la línea de salida y alegó que la petición de Ayana llegó tarde. La decisión iba contra los propios principios de los organizadores de la Diamond League, que establecen que el líder de la carrera por el diamante tiene derecho a ser invitado en los siguientes mítines. Ayana era líder en el momento de disputarse los Bislett Games de Oslo (Noruega) y fue vetada incumpliendo ese precepto. En el mejor de los casos no fueron justos con ella.
Las asperezas parecían que se iban a limar después de París, donde ambas acordaron participar e intentar batir el récord del mundo dándose relevos una vez retiradas las liebres, pero todo fracasó por varios motivos. El primero, porque la segunda liebre, Jelagat, despareció y tuvieron que tirar solas desde los 1500 metros. El segundo motivo fue porque el ritmo fue desigual: Ayana marcó vueltas a 64.04 segundos (ritmo de 13.20), mientras que Dibaba marcó alguna vuelta a 73 segundos. A los 4 km llegaron a ritmo de récord del mundo, pero en los siguientes 600 metros se arruinó esa posibilidad, ya que perdieron 7 segundos con respecto al récord. El duelo se dilucidó en la última vuelta en favor de Dibaba, que acabó más rápida. Nada más cruzar la línea de meta se pudo comprobar por las cámaras de televisión el enfado de Ayana, que pasó de largo cuando Genzebe intentó saludarla. El gesto no pasó despercibido para la prensa. Durante la prueba, Ayana tiró mucho más metros y en repetidas ocasiones se pudo comprobar, durante la retransmisión, cómo le hizo gestos a Dibaba para que relevara, pero no lo hizo. En la rueda de prensa posterior, Genzebe Dibaba comentó que ella no había dado más relevos porque no aguantaba el ritmo de su rival. Ayana, por su parte, mostró su enfado públicamente: “Estoy decepcionada porque el acuerdo no se mantuvo. Tiré muchas más vueltas que mi rival, especialmente después de los dos kilómetros. La próxima vez, correré de manera diferente”.
El gran salto de calidad de Ayana se produjo precisamente en el mitin de París de 2013. En esa ocasión, la que tiró toda la prueba fue curiosamente Tirunesh Dibaba, hermana de Genzebe, que acabó venciendo y colocándose líder mundial del año (14:23.68). Tirunesh solo logró doblegar a su compatriota en la última vuelta. Ayana se colocó segunda del año con 14.25.84. La marca personal de Ayana hasta ese año era de 14:57.97. En esa época compaginaba obstáculos y lisos. Ayana se acercó a Tirunesh Dibaba y la felicitó, a diferencia de lo acontecido en París 2015 con su hermana.
En lo deportivo, ambas están a gran nivel. Ayana pudo batir el récord del mundo en Shanghái cuando corrió en 14.14.32. Unas liebres mejores la pueden llevar al récord del mundo en cualquier momento. Genzebe Dibaba firmó la novena marca del mundo en 1500 en Barcelona, con 3:54.11, mejor marca mundial desde 1997. Para muchos es la recordwoman oficiosa de la prueba porque ponen en duda la limpieza de las que la preceden, lo que ha quedado oficialmente refrendado el viernes 17 de julio cuando la joven kinana ha corrido en Mónaco la distancia en 3.50.7, nueva plusmarca universal.
A estos duelos se pueden sumar los de Rudisha vs. Amos en el 800, los enfrentamientos entre Jamaica y EE.UU. en velocidad o el de la jabalina masculina.
* Óscar Fernández Villar.
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