"Hay que recordar que quienes escriben para los imbéciles siempre tienen un numeroso público de lectores". Arthur Schopenhauer
Hola, me llamo Miguel Gila, mi padre era carpintero, mi madre no…
Llegados al final de la temporada futbolística, tras los análisis más o menos afortunados, la justicia bien o mal repartida y el poso a fracaso colectivo de una mayoría perdedora en contraste con el único ganador en cada competición, se celebra el tradicional ciclo de congresos, simposios y jornadas varias en las que el fútbol es protagonista.
En todos ellos, el saber, las diferentes disciplinas que se asocian al fútbol y los cientos de profesionales que a lo largo y ancho del mundo regalan su conocimiento en foros cada vez más poblados. Se toca el fútbol en sentido amplio y también en sentido estricto. Cada vez son más las personas que se acercan a dichos encuentros, todos, o una gran mayoría, deseosos de conocer los secretos de este deporte, algunos buscando recetas ganadoras con las que sorprender el próximo ejercicio a sus rivales y unos pocos, los menos, buscando el diploma que certifique quince horas que los habilite a considerarse formados y así renovar su carné de entrenador con el objetivo de poder entrenar en el extranjero. Para ello, cientos de estudiosos abren sus libros y sus portátiles para mostrarnos e ilustrarnos con conceptos y disertaciones cada vez más complejas y más adaptadas a los tiempos que corren.
Es curioso que en todas las disciplinas que se acercan al fútbol se parte de la sencillez conceptual y se incorpora la complejidad a medida que se van testando los diferentes conceptos con la realidad futbolística, tratando de hacer asimilable todo lo que supone la recreación de un nuevo campo del saber dentro de un entorno tan volátil y diverso como es el deporte del fútbol. Pero de entre todas las más o menos recientes disciplinas que se han hecho un hueco en el fútbol para quedarse, hay una que ha cobrado especial protagonismo y que además se ha incorporado desde una complejidad conceptual y desde unos contenidos aplicables al fútbol sumamente elaborados, empezando por las definiciones propias de los conceptos y de las argumentaciones básicas que la caracterizan. Es la Metodología.
Se podría definir la Metodología de muy diversas formas, he aquí algunas de las más tradicionales:
En fútbol, el método hace hincapié principalmente en la formas elegidas para desarrollar nuestro plan, qué criterios definimos, qué facetas ponderamos y qué desechamos para llevar a término nuestro modelo de juego y que este sea asimilable por nuestros jugadores para acabar configurando un equipo competente. Un método que nos identifica y que permite exaltar todo aquello que para nosotros es importante, desde la especificidad del propio juego a la globalidad del contexto en el que se desarrolla.
Pero la incorporación moderna de la metodología al enorme planeta fútbol ha hecho su entrada con una nomenclatura excesivamente elevada que además se ha complicado aún más en el momento en que ciertos modelos específicos se han tratado de explicar desde postulados teóricamente científicos.
Por ello es normal que en estas fechas de congresos, reuniones y tertulias más o menos profesionales nos encontremos con disertaciones sobre modelos analíticos, modelos fundamentados en el contexto, modelos basados en los desarrollos cognitivos y estructurales, modelos integrados, periodización táctica y además nos lleven a terrenos tan apasionantes como áridos, tales como: principio de la entereza inquebrantable, alternancia horizontal específica, constructivismo contextual, situaciones simuladoras preferenciales, disociaciones y compartimentaciones y un largo etcétera.
Yo mismo formo parte de tan excelsa profusión de terminología y participaré en un congreso en el que hablaré de los sistemas dinámicos, no lineales y complejos en el entorno del fútbol, amparado bajo la tutela de una temática tan amplia como la que ofrece Ludwig von Bertalanffy y su ya archiconocida Teoría General de los Sistemas.
Con ello, la metodología, en toda su terminología y en todo su rigor, ha llenado las aulas, los campos de fútbol y los foros de opinión de una cantidad de conceptos a cada cual más pedante, más elevado y más alejado de la realidad del fútbol, la gente que lo juega y la gente que lo ve.
Obviamente, es de obligado cumplimiento para un profesional dominar todos los métodos de aplicación, tanto los implícitos pasivos como los implícitos activos. Ahora bien, creo que en la difusión integral del fútbol no es necesario adornar los conceptos con esa profusión de floreo intelectual para explicar lo que en realidad es un método de trabajo, por mucho que sea más o menos complejo.
Ya lo hizo en su momento Vittorio Pozzo con su famoso Il Método en 1934, diseñando un modelo de trabajo que se adaptaba perfectamente a las particularidades de sus jugadores y a la propia filosofía defendida. Boris Arkadiev, que con su afán por controlar la anarquía propia del juego dio pie a finales de los años ochenta y en pleno apogeo de las estrategias basadas en la defensa hombre a hombre a que valientes como Bert Jakobs se hiciesen eco de tales propuestas para recordarnos en Gijón las virtudes de la anarquía controlada. A lo largo de los años el fútbol ha evolucionado a su ritmo, incorporando y evolucionando métodos que nos traen hasta nuestros días, en los que la profusión de modelos y tendencias es tal que nos desbordan.
Al final, los árboles nos impiden ver el bosque. Lo que en principio era una aportación para definir una evolución futbolística en términos absolutos, terminó convirtiéndose en nuestros días en la búsqueda del santo grial de la verdadera verdad del fútbol, aquella que se sustenta en la certificación palpable del método. Y de esta forma nos vemos expuestos a miles de cuidadosos estudios, cada cual centrado en su ratio de complejidad correspondiente, en los que se intenta explicar el camino hacia la victoria.
Así Vitor Frade en su momento nos regaló la Periodización Táctica, un método de entrenamiento complejo que excluye todo aquello que considera innecesario para el desarrollo del entrenamiento en fútbol y se manifiesta en unos enraizamientos conceptuales que poco a poco nos van llevando a situaciones que, aparentemente simples, se tornan sumamente complicadas de entender y, por extensión, más aún de explicar. Un método que parte de una conceptualización muy sencilla, periodizar la táctica, sabiendo como sabemos que la táctica es la aplicación en el terreno de juego de una estrategia preconcebida. En pocas palabras, la táctica es inmediata al juego, su aplicación solo se produce en el momento de la competición, tanto sea en partido o entrenamiento, la táctica es la expresión práctica de la estrategia. Si la estrategia se puede planificar, igualmente se puede periodificar en el tiempo, considerando a este, según Albert Einstein, como algo relativo. Pero periodizar la táctica, algo que acontece en un momento muy específico, se me antoja harto complicado. Por ello un método tan evolucionado conceptualmente no se ha parado a reflexionar en la frase determinante que lo fundamenta, su título. Si este está mal conceptualizado ¿nos podremos meter de lleno en el enigmático mundo de lo que es o no es periodización táctica, con la confianza suficiente para creer lo que nos cuentan? Yo lo he hecho y me he estudiado concienzudamente todos sus postulados y creo que es realmente interesante y complicado entrar en un mundo que nos define el fútbol y su entrenamiento a través de valoraciones tales como principios, subprincipios y comportamientos para la consecución de un modelo de juego, con acotaciones tan sonoras como morfociclos patrones que contemplan subdinámicas de tensión, subdinámicas de duración o subdinámicas de velocidad, por citar algunos aspectos generales.
Igualmente Francisco Seirul.lo ha regalado al fútbol cientos de conceptos que nos llevan a entender el método de entrenamiento desde una perspectiva estructurada, es decir, tendente a agrupar las distintas estructuras que afectan a un jugador y que en su interacción directa con el grupo de jugadores que conforman un equipo trascienden a la propia idiosincrasia del propio equipo para entrar en dinámicas en las que las estructuras táctica, técnica, emotivo volitiva, psicológica y condicional se ensamblan de tal forma que afectan al todo, al igual que a las partes, haciendo del holismo algo natural dentro del contexto de la organización global de un equipo de fútbol.
Los métodos analíticos con tendencias tayloristas, de adecuación y optimización de los movimientos corporales para ejecutar desde la más impoluta corrección los gestos y acciones propias del juego desde un punto de vista desestructurado o la tendencia posterior a integrar en una globalidad la evolución individual de dichos gesto, fueron pasos previos a las nuevas disciplinas metodológicas que se han incorporado al fútbol.
La cuestión a tanto verbo y tanto predicamento es, tal y como es y está constituido el deporte del fútbol: ¿es necesario llegar a un nivel de exclusión intelectual tan grande para explicar conceptos tendentes a la mejora global del deporte fútbol en términos generales? ¿No resulta insoportablemente pedante hablar y escuchar hablar de fútbol en términos tan edulcorados?
Poniéndome a pensar sobre ello, he llegado a la conclusión de que el método por excelencia, el que es desarrollado, consciente o inconscientemente por la gran mayoría de entrenadores del mundo, no tiene nombre ni principios fundamentales que lo postulen a nivel académico a la altura de sus homónimos antes mencionados. Yo le he encontrado un nombre, espero que al igual que Frade o Seirul.lo, la historia reciente del fútbol moderno me guarde un rinconcito para la posteridad.
La nomenclatura del modelo está al nivel de todos los anteriormente descritos, y decidí denominarlo Modelo cognitivo interestelar tragicómico periodificado en la relatividad del tiempo. Sencillo y fácil de recordar. Sus siglas, MCITPT. ¡Como debe de ser!
Este modelo es el que seguimos sin saberlo o con conocimiento de causa la gran mayoría de entrenadores que nos movemos dentro de las limitaciones propias del fútbol popular, aquel que dispone de los requerimientos mínimos para ser llevado a cabo, pero sin las evoluciones trascendentes en las que algunos alcanzan las más altas cotas de éxito.
Tragicómico, porque nos reímos en las victorias y tratamos de analizar las derrotas, previas broncas y reproches en el descojone posterior que produce un análisis ponderado de las barbaridades que decimos en el momento en que se nos calienta la boca. Además, trágica en los términos en los que a veces tenemos que desarrollar nuestro trabajo con total ausencia de medios, pero indiferentemente a todo, sobrados de ilusión.
Paco Seiru·lo junto a Carles Puyol
Interestelar, porque mantenemos vivos los principios básicos que nos permiten pensar que algún día llegaremos, que brillaremos con luz propia y seremos reconocidos por nuestro conocimiento, nuestra empatía y nuestro saber hacer, tengamos treinta, cuarenta, cincuenta o sesenta años. Ese sentimiento pervive en nosotros, porque soñamos despiertos con el brillo de nuestra propia estrella.
Cognitivo, porque simplemente jugar nos hace pensar que no hay mejor manera de disfrutar. Nuestro cerebro triunfa porque nos hace conscientes de que somos y no estamos por estar y disfrutamos a pesar de todo.
Periodificado en la relatividad del tiempo, porque E sigue siendo igual a mxc2, todo se relativiza, tanto la victoria como la derrota, además, jugamos, somos competidores habituales; ello nos obliga a pensar, pensamos en volver a competir y jugar y así volvemos a crear nuevamente el bucle inicial y vivimos en la complejidad de entrenar momentos, sabedores de que si vamos ganando por la mínima en los últimos instantes, los minutos nos parecerán horas, y si vamos perdiendo los minutos serán segundos, suspiros por los que se nos va la vida. Todo es entrenable y nosotros somos conscientes de ello.
El fútbol es para la exaltación directa de las capacidades y potencialidades de nuestros jugadores. El método elegido es el que mejor se adecúe para que ellos puedan ser mejores y competir como equipo de la mejor y más óptima manera. Nosotros, como difusores y dinamizadores de este juego y facilitadores de contextos para que este sea jugado, nos vemos obligados a estudiar y transmitir todo nuestro conocimiento y saber para que crezca en consecuencia y permita abrir nuevas puertas del saber que hagan de este deporte algo todavía mejor de lo que es. Pero si nos tomamos un momentito, nos daremos cuenta de que para dinamizar, difundir y transmitir este deporte, a lo mejor no hace falta elevarnos en la complejidad semántica de la forma en que lo hacemos y podremos trasladar los conceptos dejando de lado la pedantería y la tontería variopinta que se escucha cada vez más en tantos y tantos foros.
Lo último que escuché en un foro futbolístico fue hablar del enviroment del juego. No nombraré al protagonista, por respeto a su familia, pero creo que la cosa se nos está yendo de las manos. Quizás la humildad que exigimos a nuestros propios jugadores, reitero, verdaderos protagonistas de este invento, deberíamos empezar a predicarla con nuestro propio ejemplo. ¡Tranquilos, yo me pongo el primero!
Los que se enamoran de la práctica sin la teoría son como los pilotos sin timón ni brújula, nunca podrán saber a dónde van.
Leonardo da Vinci
* Álex Couto Lago es entrenador nacional de fútbol y Máster Profesional en Fútbol. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Santiago de Compostela. Autor del libro “Las grandes escuelas de fútbol moderno” (Ed. Fútbol del Libro).
– Fotos: EFE
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