Day 7
Hace un par de décadas, uno de mis escasos maestros en el oficio andaba obsesionado con la idea de romper el círculo vicioso de las declaraciones, eso de postergar las noticias auténticas, propias, trabajadas, investigadas, en beneficio de lo más sencillo: Esperar a que tal abriera la boca soltando una memez para acudir de inmediato al presunto aludido aguardando su no menos ridícula respuesta. Y así, resulta bien fácil llenar páginas gracias a lo que pretenden y les interesa a los señores del cotarro. Obvio recalcar que el maestro fracasó en su empeño, no sé como llevará hoy esta deriva por el pantano. Tras el tiempo transcurrido, apenas hemos visto agravada la tendencia. A la memez y a lo sencillo, a lo que apenas gasta recursos y neuronas. Lleva Bartomeu cinco meses largos colocándonos a machamartillo la percepción de que él llegó tras Anoeta como caído de un guindo. Nada de lo anterior le es imputable, solo arrogarse los méritos de la buena racha. Durante las celebraciones salió a colocar el relato que le interesaba, sin que ni un sólo tribulete le rechistara, ni replicara, ni esgrimiera argumento: Teníamos que tomar decisiones, las tomamos y aquí están los resultados en forma de triplete. Toma, ya te he embutido el trágala sin resistencia alguna. Hoy, todo es superficial, todo aprovecha la incapacidad de profundizar y reflexionar sobre los hechos propia de esta revolución de las nuevas tecnologías que vete a saber por donde nos conducirá. Como decía Einstein, conviene separar fama de notoriedad pública. La primera debería quedar reservada a quien procura el bien común con algún adelanto o aportación, mientras que la segunda corresponde a los premiados con quince minutos de exposición más tarde vaticinados por Andy Warhol. Cualquier incapaz puede aspirar a ellos y la masa confundir exposición mediática con capacidad, valores, valía o ese carro de cosas buenas que pronto archivaremos en el desván de la historia.
Ayer, Bartomeu apareció por Montmeló, el lugar perfecto del día para ver y ser visto. Las cámaras corrieron hacia él, a procurarle un espacio publicitario electoral de carácter gratuito. Soltó el que será su ‘mantra’ electoral: Con Luis Enrique y servidor hemos iniciado otro ciclo triunfal. ¿Ciclo, qué ciclo? Lo suelta para que cuele quien, por ejemplo, deseaba renovar a Martino, el único técnico capaz, como comprobamos ayer y definen las vitriólicas redes sociales, de anular a Messi aún contándole entre sus filas. El paseo de Bartomeu entre motos es presentado como el reposo inocente del guerrero mientras una reunión de amigos en Cadaqués, encabezada por Joan Laporta, Enric Masip y Pilar Rahola, se difunde como aquel contubernio de Munich en la prensa franquista. Menuda manera de conducir la información allá donde conviene a sus intereses. Y a poco que te descuides e intentes razonar, te descalificarán al grito de resentido aquellos empecinados en seguir convirtiendo lo que aspirara a ser hermoso oficio de servicio público en mierda pinchada en un puto palo. Nuevo ciclo triunfal, sostienen quienes casi se cargan el invento. Hay que tener agallas y cuajo. Mañana, más.
* Frederic Porta es periodista y escritor.
– Foto: Pep Morata (Mundo Deportivo)
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