Todavía faltan muchas batallas para poder considerar a Ter Stegen como un guardameta consolidado. De momento aún es un joven portero con un potencial enorme que, por ley estadística, está condenado a cometer algunos errores groseros en los días menos oportunos. Esto le ha ocurrido a todos los grandes guardametas de la historia y seguirá sucediendo. Ter Stegen no será la excepción e incluso ya pueden recordarse algunos de los que cometió con el Borussia Mönchengladbach o su selección. Pero atesora un potencial gigantesco y no parece improbable que pueda protagonizar una gran trayectoria en el Barça.
Su fichaje fue un magnífico acierto de Zubizarreta, que acudió a un mercado de garantías: Alemania es hoy un generador imparable de guardametas de categoría gracias a la revolución estructural protagonizada entre los años 2000 y 2005 con la creación de academias de formación en los clubes y programas de tecnificación y perfeccionamiento que supervisa Andreas Köpke desde la selección. Hoy en día, el 70 % de los porteros titulares de la Bundesliga han surgido de dichas canteras y todos ellos poseen un patrón de juego reconocible: elevada velocidad de reacción, juego integrado con el resto del equipo, buen juego de pies, gran capacidad de concentración, juventud… Manuel Neuer es el paradigma absoluto del nuevo portero alemán, pero solo es la cara más conocida. Leno, Baumann, Zieler, Karius, Ulreich, Trapp, Fährmann… La lista de porteros soberbios es larga y no es menos valiosa la de los suplentes prometedores, como Wiedwald en el Eintracht Frankfurt o el jovencísimo Wellenreuther al que hemos visto defender la portería del Schalke ante el Real Madrid con apenas 19 años.
En este entorno altamente competitivo y, al mismo tiempo, de formación permanente ha crecido Ter Stegen, uno de los frutos más brillantes de esta generación dorada. Posee todas las capacidades para ser alguien muy importante y ha fichado por un equipo que facilita sus características. Es bueno en el uno contra uno, no se desconcentra y posee una alta velocidad de reacción. En construcción de juego tiene una visión privilegiada, sangre fría y un toque extraordinario con ambos pies. Al portero del Barça, auténtico diamante, solo le falta cometer esos diez errores que todo gran guardameta debe tener en su historial para lograr la maduración completa.
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