"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
Tras la pesadilla vivida en su último mundial, Brasil quiere volver a ser Brasil y no caer en el victimismo. Para ello se escogió la figura de Carlos Caetano Bledorn Verri, Dunga, quien tomó el relevo de Felipe Scolari. ¿Más de lo mismo? Sí, tampoco existían muchas opciones (tal vez Tite) debido al flojo nivel de entrenadores y dirigentes que conviven en un fútbol brasileño, que se halla en una triste decadencia. Desde los genios como Joao Saldanha o Telé Santana, pasando por los matices de Mário Zagallo o Carlos Alberto Parreira, los brasileños no han tenido grandes estrategas en su banquillo desde los tiempos en los que la televisión emite en color.
Cabe destacar la negativa a una posible llegada de un seleccionador extranjero, por lo que el abanico de posibilidades se hace muy corto. La verdeamarela y sus hinchas dejan todo en manos del carácter y el pragmatismo de Dunga y la magia de Neymar. Veremos qué tan larga es la sombra del 1-7. Los amistosos cada vez son menos competidos y son tomados como pruebas temporales para visualizar la presentación de una idea o la intención de la búsqueda de un proceso. Nada más.
El orden, posicionamiento adecuado de cada ficha y, en la mayoría de los casos, el progreso en la segunda jugada o tras el error ajeno definen a este Brasil. Un equipo que vive del fallo del rival potenciado de la técnica y la efectividad de los hombres más ofensivos. El sistema inicial es un 1-4-2-3-1 que muta a un 1-4-4-2 a la hora del repliegue, con Willian y Coutinho retrocediendo por la derecha y la izquierda respectivamente, liberando del trabajo defensivo a Neymar y Tardelli.
En defensa nos encontramos con un muy fiable Jefferson, que no es un guardameta de élite, pero tampoco tiene mucho que envidiarle al titular Diego Alves, lesionado. Buen juego por alto, grandes reflejos y seguridad debajo de la portería (la frutilla del postre sería el penal parado a Messi en el Superclásico de las Américas). La línea de cuatro ha sufrido dos bajas importantes, pero la relacionada al ataque es la más decisiva. La modificación obligada de Filipe Luis por Marcelo ha generado un equilibrio y una firmeza mayor en la zaga. Firmeza que en varias oportunidades echa por la borda David Luiz, quien tiene la necesidad en demasiadas ocasiones de buscar la anticipación, lo que hace que quede en evidencia o cometa infracciones excesivamente violentas debido a la intensidad implementada. Con Thiago Silva, David Luiz tiene un escudero (quedó demostrado cuando no compartió pareja con Thiago ante Alemania). El capitán tiene que apagar los incendios provocados constantemente por el pirómano de rizos, tanto en la selección como en el PSG.
El conocimiento de ambos centrales, sumado al gran juego aéreo en ambas áreas (el Chelsea lo sufrió en la vuelta de los octavos de final de Champions League) y la tranquilidad y perfecta ubicación de uno de los mejores defensas del mundo, como es Thiago, hacen de esta defensa brasileña un seguro de vida salvo contadas excepciones, cuando aparece en escena el otrora defensor nombrado anteriormente. Danilo, el flamante fichaje del Real Madrid, tiene vocación ofensiva, pero cumple con su tarea principal y era miembro de un cuadrado prácticamente inexpugnable en la zona defensiva por derecha junto a Silva, Elías y Willian. Debido a su lesión ante México, Dani Alves ingresó en la convocatoria y así Dunga finalmente se aprovecha de su espectacular estado de forma en los últimos meses. Fabinho podría ocupar ese lateral derecho o también podría ocupar la posición de mediocentro posicional como lo hizo en Mónaco.
Este puesto de ancla era del todoterreno Luiz Gustavo, que debido a su lesión no estará en la copa. Fernandinho parece ser el sustituto, aunque por momentos genere ciertas dudas y olvide su ubicación casi fija delante de la defensa para intentar progresar metros buscando área rival. Esa tarea es de Elías. El exjugador del Atlético de Madrid es siempre el primero de los dos miembros del centro del campo en intentar subir la presión, despegando de Jefferson a sus compañeros de la defensa. También intenta ser el encargado del robo o el corte tras la pérdida de balón para que el equipo vuelva a ser homogéneo. Es un jugador con precisión de pase, técnica, robo e intensidad y una capacidad goleadora asombrosa. Ambos intentarán darle a Brasil el equilibrio tan deseado por Dunga.
Pese a los intentos de Elías por adelantar metros en bloque, Brasil se halla en reiteradas ocasiones extremadamente replegado. Intercambia pocos momentos de presión alta con una mayoría de segmentos de espera en campo propio. El equipo sufre desconexiones preocupantes durante los partidos que pueden costarle caras.
Como hemos explicado anteriormente, Brasil es un equipo basado en el contragolpe. Le cuesta mucho generar volumen de juego. El inicio suele terminar con un balón largo a Tardelli para que este pivotee o aguante el balón en busca del acercamiento de compañeros. Otra opción es la segunda jugada y que el balón le llegue a Neymar tras algún rebote. La salida mejora cuando Willian abandona su posición de extremo derecho para auxiliar la jugada. Se van superando metros y líneas a medida que Elías combina con Willian, Coutinho y un Neymar que actúa por momentos como falso nueve para que la línea de pase por dentro sea perfecta y que las alas se desplieguen.
Cierto es que las bajas de Marcelo y Oscar han mermado la verticalidad e imaginación con el esférico. El desequilibrio por dentro del lateral más la lectura y el pase entrelíneas del diez provocaban un peligro más real para el oponente que en la actualidad sin ellos. Pese al juego estático en un principio, Brasil logra encerrar a su rival por inercia y peso específico, merodeando su portería. La calidad florece y las ocasiones se multiplican con facilidad con un Neymar en un estado de forma excelso, un Willian que provoca pánico en la defensa rival tanto por adentro como por afuera y un Tardelli que permanece agazapado esperando el fallo para ajusticiar. La posición de delantero centro sigue estando en deuda con Brasil (algo similar a lo ocurrido con Serginho en 1982), pero al menos Tardelli cae a las bandas (generando espacios para la entrada por sorpresa de Elías) y tiene más movimientos que Fred. Coutinho tiene un talento innato que en reiteradas ocasiones no aprovecha debido a su inconstancia. Algo que coincide con los minutos fatales de desconexión de Brasil.
Como mencionamos en un principio, tanto Neymar como Tardelli esperan en ataque el robo del esférico de sus compañeros. De forma instantánea se busca el flanco izquierdo para que el conjunto de Dunga aproveche el cambio de ritmo vertiginoso de Neymar acompañado de Coutinho en carrera, más la llegada de Willian y Alves por derecha y el acompañamiento de Elías a Tardelli por el carril central. Cuando Brasil tiene espacios y metros para correr, puede herir de forma terminal a su contrincante. Cabe destacar algunas salidas tras robo de David Luiz, quien conduce rápidamente, aunque a veces no sea eficiente. Cuando acierta, provoca problemas al hallar a su rival descompuesto. Por momentos recuerda a las cabalgadas de Lucio.
Las variantes para tener más en cuenta en el banquillo que tiene el exjugador y campeón del mundo en 1994 son las siguientes: más agresividad y marca e intensidad de Casemiro en la medular; la habilidad y facilidad de ver puerta de Firmino como delantero centro,;la desfachatez de Fred, que puede actuar en el extremo izquierdo; y la incógnita de Robinho.
Las lesiones han mermado el once titular que más había repetido Dunga. El DT ha tenido que buscar soluciones rápidas a distintas posiciones clave. En la portería, el nivel estelar de Diego Alves hacía presagiar su titularidad en la competición continental. Tras la rotura del ligamento cruzado anterior y el menisco externo de la rodilla derecha del portero del Valencia, Jefferson será el encargado de defender la valla.
Marcelo se perderá la Copa América debido a sus constantes dolores lumbares y Filipe Luis ingresa en el flanco izquierdo de la defensa. El lateral del Real Madrid es experto en desnivelar en ataque con sus desbordes interiores, pero sus constantes proyecciones han dado más de un dolor de cabeza, ya que tras la pérdida del balón su zona queda en varias ocasiones liberada para el ataque rival. Filipe no tiene el peso ofensivo de Marcelo, pero otorgará más orden defensivo.
Luis Gustavo, el ancla de Scolari y de Dunga hasta su lesión en el menisco de la rodilla derecha, no podrá ser de la partida, por lo que la opción Fernandinho toma fuerza. El mediocentro no destaca a primera vista, pero su trabajo en la oscuridad es clave. Es el coche escoba que barre y mantiene limpia su zona y la de sus compañeros. Es el jugador que auxilia al resto y ejecuta su trabajo con orden y sin complicaciones.
Oscar se lesionó en el Chelsea y se espera que Coutinho sea titular. También destacamos algunas ausencias, como las de Felipe Anderson (de gran temporada en la Lazio y preconvocado como reserva) y Luiz Adriano, que formó parte del proceso al igual que Ramires.
Brasil forma parte del grupo C junto a Perú, Colombia y Venezuela. El debut será el 14/6 en Temuco ante la selección peruana dirigida por el entrenador argentino Ricardo Gareca. El Tigre no tiene un buen recuerdo de su paso por el Palmeiras e intentará resarcirse ante un rival que parte como claro favoritismo para llevarse los tres puntos. Lejos ha quedado la época dorada con el derroche de buen fútbol de Teófilo Cubillas, quien jugaba con otros cracks como Héctor Chumpitaz o Hugo Sotil entre otros (recordada es la paliza 4-1 que le adjudicó un combinado de Alianza Lima y Municipal al todopoderoso Bayern Múnich de Beckenbauer en 1971).
El segundo cotejo será ante la Colombia de Pékerman. En nuestra memoria aún tenemos muy fresco el recuerdo del partido por cuartos de final del pasado mundial donde la selección Colombia estuvo cerca de obrar el milagro en Fortaleza. Esta vez la sede será Santiago de Chile el 17/6. Para cerrar la fase de grupos, los brasileños se medirán a la Vinotinto, que se encuentra en horas bajas e inmersa en un proyecto nuevo por el que se debe ser paciente. La evolución venezolana parece haberse estancado. El cotejo se disputará el 21/6 en la capital chilena.
Con ocho títulos, hallamos a la selección brasileña en el tercer puesto por detrás de Uruguay (15) y Argentina (14). El primero en 1919 tras un desempate ante Uruguay en Río de Janeiro. El único gol fue obra de El Tigre Athur Friedenreich.
La segunda conquista fue tres años después, con polémica y con Brasil otra vez ejerciendo de organizador. Tras un empate en la puntuación entre Brasil, Paraguay y Uruguay, se decidió realizar una nueva liguilla entre estos tres equipos que Uruguay se negó a disputar. Se retiró debido a un arbitraje del brasileño Pedro Santos en su cotejo ante Paraguay (derrota 1-0). La final fue ganada por Brasil por 3-0 ante los paraguayos.
Un año antes de lo que fue el Maracanazo ante Uruguay, Brasil organizó el torneo y volvió a triunfar por tercera vez en su tierra. En la liguilla inicial, Brasil finalizó con la misma puntuación que Paraguay. Los dos primeros jugaron la final por el desemapte y la victoria fue holgada (7-0) para los locales a diferencia del sorprendente 1-2 en la primera fase. Aquel 1-2 fue la única derrota en el certamen tras goleadas de escándalo como las que le propinó a Ecuador (9-1), Bolivia (10-1), Colombia (5-0), Perú (7-1) y Uruguay (5-1) o la victoria mínima ante Chile (2-1).
Cuarenta años más tarde, jugando como local, Brasil volvió a campeonar de la mano de un Bebeto en plan estelar (6 goles) y Romario. Tras acabar segundo (dos victorias y dos empatesm pero peor diferencia de gol) en el grupo por debajo de Paraguay, en la fase final se impuso ante Argentina (2-0) con goles de Bebeto y Romario, Paraguay (3-0), con dos de Bebeto y uno de Romario, y Uruguay por la mínima con tanto de Romario, quien marcó en los tres transcendentales encuentros.
Una (si no la más) meritoria coronación fue la edición de 1997 en Bolivia, donde ganó todos los partidos incluida la final ante los bolivianos en la altura de La Paz (estadio Hernando Siles). Ronaldo fue campeón con un evidente protagonismo, a diferencia del Mundial 1994, donde pasó completamente desapercibido. El día de la final, Brasil formó con Taffarel; Cafú, Gonçalves, Aldair, Roberto Carlos; Dunga, Conceiçao; Denilson, Leonardo, Ronaldo y Edmundo.
En Paraguay 1999 llegó el sexto título con dos jugadores que brillaron por encima del resto: Ronaldo y Rivaldo. Esa copa tuvo un sabor especial, ya que eliminaron a la Argentina de Marcelo Bielsa en cuartos de final. Seis triunfos en tantas contiendas con 17 goles a favor y solo dos en contra (Terrazas para México y Sorín para Argentina). Vanderlei Luxemburgo fue el entrenador.
La penúltima Copa levantada fue la de la edición 2004, en Perú. Bielsa y Argentina volverían a ser víctimas, pero esta vez en la final. Tras ir perdiendo 2-1, Adriano empató sobre el final y los penales decidieron. Destacaron en el elenco de Parreira: el guardameta Júlio Cesar, Maicon, Juan, Alex, Luis Fabiano y el goleador Adriano.
Venezuela acogió la Copa América de 2007, en la que los verdeamarelos se impusieron en el último partido con claridad ante una Argentina que llegaba como favorita. Baptista y Robinho destacaron en un equipo que ejecutó con perfección en la final el pragmatismo de un Dunga ha sido el último técnico en ganar la Copa América para los suyos.
La figura del seleccionador brasileño es la de un hombre seguro de sí mismo, fiel a sus ideales y, por si fuera poco, que ya ha demostrado que en su segunda etapa al frente de la selección no cambiarán las maneras ni se podrá ver un Brasil lujoso como el de antaño. En su primer ciclo obtuvo la Copa América de Venezuela y la Copa Confederaciones en Sudáfrica, pero un año después, y en el mismo país, fueron apeados en cuartos de final ante una Holanda que le dio de su propia medicina y que a la postre sería subcampeona del mundo.
Tras la hecatombe en semifinales y el partido por el tercer puesto, Dunga relevó a Scolari y, al menos a nivel resultados, la dinámica competitiva cambió. Se evidencia una notable mejoría en términos psicológicos, más allá de que tan solo sean amistosos. Puede vislumbrarse una seguridad en el que envía la idea y una buena recepción en los jugadores, veremos si no se rompe la comunicación en medio de un partido oficial por un título continental cuando la presión, intensidad y demás sean completamente diferentes a la de un amistoso. Brasil ha jugado y ganado a rivales de más o menos entidad (Colombia, Argentina, Chile, Francia o Austria), pero lo cierto es que, salvo el Mundil, no disputa encuentros oficiales desde la Copa América 2011, ya que no participó de las Eliminatorias. Esa falta de competición pudo haberla sufrido en su mundial y se espera que tras la disputa del torneo continental, las Eliminatorias para la Copa del Mundo de 2018 ayuden al equipo a afianzarse y a volver a sentir la dureza y las complicaciones que otorga competir a vida o muerte ante los equipos de élite como local o cuando toque visitar tierras complicadas de batir debido al calor o la altura.
Pronosticar un rendimiento o una determinada posición en Chile es una tarea harto complicada, solo se puede afirmar que Brasil tendrá bajo su pragmatismo y la camiseta (algo que gradualmente ha ido desapareciendo), la oportunidad de retomar y devolver a la vez la confianza a su país. Neymar en un estado excelso más un equipo sólido pueden vencer a cualquier rival pero lo cierto es que Brasil ha perdido esa fantasía a la hora de jugar y ese favoritismo perenne. Los niños cuando juegan al FIFA en sus consolas ya no se pelean por escoger a la canarinha, algo que hace décadas era impensado. La sombra del 1-7 puede ser eterna o muy alargada en el tiempo, solo los jugadores pueden ser capaces de sobreponerse a tal golpe con la ayuda del cuerpo técnico y la confianza que generan las dinámicas positivas. Si combinan los Neymar, Coutinho, Willian puede acaecer cualquier situación positiva dentro del terreno de juego y así Brasil tendría chances.
Cierto es que a nivel doméstico escasean los proyectos a mediano/largo plazo, los dirigentes no parecen estar al nivel que necesita un país como el brasileño, el fútbol que se ve en la liga es paupérrimo y las selecciones juveniles son cada vez menos competitivas. La aparición de estrellas se debe al milagro fértil en aquellos lares donde nacen flores en medio del cemento de una carretera. No hay grandes metodologías de trabajo, el nivel de los entrenadores salvo Tité, Mauricy Ramalho y alguno más es mediocre aunque cierto es que desde Saldanha en adelante pocos han sido referencia mundial.
El desasosiego es tangible, ya que semana tras semana los clubes se quedan sin entrenador debido a malos resultados y a la falta de paciencia. El resultadismo manda en el país sudamericano. Con todo este panorama, Brasil buscará su noveno título continental.
Algunos datos y estadísticas que refuerzan lo anteriormente mencionado:
Lo evidente, más allá de resultados y estadísticas, es que hace falta hacer bastante memoria para recordar una Brasil combinativa, que reproduzca lo que se ve en sus calles. La tierra del jogo bonito vive en una crisis identitaria alarmante.
Brasil se aferra al orden instaurado por Dunga, al progreso vertiginoso en transiciones ofensivas y a la efectividad de sus atacantes. Con un as debajo de la manga: Neymar, quien ha demostrado estar capacitado para dar vuelta un partido por su propio peso, desquiciando y amontonando rivales para liberar compañeros. Veremos si Willian se pone el traje de Messi y lanza esos esféricos al segundo palo en diagonal, de derecha a izquierda, como tantas veces han repetido el argentino y el brasileño en el F. C. Barcelona. De todas formas, Brasil tendrá mucho trabajo por delante, ya que no es para nada asequible el camino a una final de Copa América. Tendrá que superar grandes rivales como el local Chile, la subcampeona del mundo de Messi y Mascherano, la Colombia de Pékerman y James o la disminuida Uruguay sin Suárez, pero con el fuego interno y competitividad eterna de los charrúas.
* Nicolás Quiroga.
– Fotos: AFP
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