Sobre Luis Enrique

por RAFAEL LEON el 13 mayo, 2015 • 21:47

La mayoría de veces que se razona no es para llegar a la conclusión más acertada, sino para justificar una a la que se ha llegado previamente. Se puede haber llegado por muchos motivos, desde la necesidad de aceptación social (si todo el mundo cree que es así, así será) hasta la herencia familiar (si mi familia piensa de esta manera, yo también).

Esto está muy bien para un vendedor. El producto es el que es; solo queda venderlo. De nada sirve pensar si es realmente el mejor o no, hay que pensar por qué puede ser el mejor y decirlo. En la prensa futbolística, el producto es sencillo: quien gana es bueno y quien pierde es malo. Y ya está. A buscar motivos para justificarlo.

Poco importa si el mismo motivo sirve para decir que alguien es bueno y otro malo. Rotar puede pasar de ser una absoluta genialidad a la mayor estupidez del mundo en función del resultado obtenido. Y así con todo. Es lógico: necesitamos respuestas para los hechos que vemos y tratamos de dar las mejores que encontramos. Lo que pasa es que son tantas las variables que rara vez una respuesta puede ser definitiva en uno u otro sentido. Lo que es bueno hoy puede ser malo mañana, y viceversa. O lo que es más probable: hay factores con más peso a la hora de inclinar el resultado.

Luis Enrique ha sido este año un necio y un genio en función del resultado, como tantos otros técnicos antes. Quienes venden periódicos o popularidad en la web deben decir ahora que es un genio. Daría igual que hubiera estado a punto de perder, pero el caso es que no lo ha estado. Su Champions y su Copa del Rey son absolutamente insuperables, y su liga, muy buena. No ha habido azar ni pequeños detalles que hayan decantado los resultados. Sin embargo, ¿significa esto que es bueno?

Desde la perspectiva de haber hecho un buen trabajo, sin duda. El trabajo se mide en función de los resultados. Pero ¿en qué medida muestran estos resultados que podría volver a cosecharlos en el futuro? ¿Qué parte de los mismos es achacable a su trabajo y no al contexto que le rodea?

Un aspecto relevante es que, en la derrota, nadie defendía su trabajo en función del juego o la evolución del equipo. No parecía haber un camino que pudiera llevar al éxito. Cuanto más intervencionista era, peor funcionaba el equipo. Tácticamente, no había nada destacable. Ninguna manera de llevarle el balón a Messi donde más daño hace, más allá de dar vía libre a salir al contraataque. Lo único reseñable era la mejoría en las jugadas a balón parado, en teoría achacable a Unzué.

Otro detalle clave me parece la sensación que generó Luis Enrique al aceptar el cargo, antes de empezar la competición. El barcelonismo quedó entusiasmado, pues él representaba todo lo contrario a lo que se había convertido el Barça de Martino: un equipo nostálgico, lánguido, sin sangre. Con el asturiano se daba por hecho que volverían el trabajo de máxima intensidad y la motivación. Que todos los jugadores darían todo lo que tienen y ello, unido a su extraordinario talento, llevaría de vuelta a los éxitos. Como efectivamente ha ocurrido.

Pero el Barça ha seguido sin ser nada extraordinario tácticamente, sino la suma de unas individualidades de talento descomunal que buscan el bien colectivo dentro de un sistema estándar. No hay ningún mecanismo extraordinario, ni tampoco variantes decisivas en los grandes duelos. Con el resultado en juego, los cambios han restado más veces que sumado. No tocar nada de un sistema muy básico del que algunas posiciones decidieron los propios jugadores y dar rienda suelta a los cracks parece el principal mérito táctico de Luis Enrique. Pero esto no puede significar que sea malo. Sería absurdo que fuera malo el técnico que se está paseando por la Champions como no lo ha conseguido ningún otro.

Quizá lo absurdo sea ponderar tanto la táctica en detrimento del talento y la actitud. Si tienes a un jugador capaz de ganar a cualquiera pese a que casi nunca consigas que reciba el balón con ventaja donde es más decisivo, seguramente sea más importante que se sienta implicado en el colectivo. Si tienes a jugadores capaces de brillar en contextos opuestos, pero que no lo hacen por falta de actitud, como Piqué y Alves, puede que baste con hacer que trabajen a tope. Los resultados de Luis Enrique y Ancelotti, al menos a corto plazo, están superando los de Guardiola y Mourinho. Algún fallo muy gordo tenemos que estar haciendo quienes intentamos entender un poco mejor este juego.

Sin embargo, por más vueltas que le demos, la duda sigue abierta. Es imposible saber cuánto tiempo podría seguir Luis Enrique contagiando al equipo sus virtudes y cuánto compensando sus defectos. Si ha sido propio de algo circunstancial o estable. Los vendedores lo tienen fácil. Quien tenga que decidir sobre su continuidad en el cargo y por cuánto tiempo, no tanto. Que con sus resultados merece seguir parece evidente. Por cuánto tiempo, imposible saberlo.

* Rafael León Alemany.

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