Mi querido amigo:
Esta mañana, confieso, anduve tentado de llamarte para saber si desde ahí, en la larga distancia de 600 kilómetros, se advierte el tremendo fragor de combate descargado en la periferia. No es que los Reyes de Oriente hayan adelantado su reparto para traer carbón en cantidades industriales a la cabreada masa social culé tras el tremendo gatillazo de Anoeta, no. Es que se ha derrumbado la mina, Martí, siniestro total, y la espesa nube negra cubre desde el Tibidabo a Montjuïc y lo pringa todo de ese cabreo, de esa rauxa tan habitual aquí cuando llega la gota que desborda el vaso de la paciencia. Barcelona, ya sabemos, la Rosa de Foc, de vez en cuando, por ritmo histórico, siente convulsiones y la lía, se desborda puntualmente para expresar su hastío antes de regresar al cauce natural. Parece que llegamos a uno de esos momentos, versión Barça. No vale ahora decir que era predecible, que se veía venir, tirar de hemeroteca o valernos de posiciones teorizadas previamente. Tampoco. De repente, se diría que el personal ha visto caer la venda de sus propios ojos, ha superado esa inexplicable catatonia de años y pide explicaciones ante el exponencial aumento de mediocridad experimentado. No es fruto de una simple derrota, hablamos de pueblo y club habituados a ellas. Es la manera, es el camino, es la vulgaridad sin maldita la gracia. Es, en tus conceptos, reparar en la falta de norte, en el no saber dónde demonios vas y estás ya yendo, frase que resume como ninguna el triste deambular de excelsas figuras sobre el terreno de juego, carentes por completo de consignas, de visualización de un proyecto definido que, vaya, debía plantear sobre papel y praxis el míster hoy repentinamente cuestionado con crudeza. Porque todo es crudo hoy, sangrante, visceral, péndulo rebotado contra el extremo contrario.
Y para empezar, se apunta al técnico, tan arrogante, sobrado e impertinente hoy como lo fuera de futbolista en activo tremebundo y temperamental, que uno no cambia la personalidad de ahora para luego como propósito de Fin de Año, tan carente de currículum y títulos en el 2015 como lo estuviera en el momento de ser contratado para el cargo a modo de nuevo parche improvisado por los señores encargados de la demolición de la herencia recibida. El Barça sigue sin jugar a nada cuando el arquitecto aseguraba, allá por el lejano estío de fatuas ilusiones, que con dos meses le bastaba para pergeñar los planos. Hoy, en cambio, sus huestes contemplan una tremenda cuesta de enero de la que pueden emerger, en el mejor de los casos, anunciando elecciones anticipadas, convencidos ya los últimos dubitativos así que Simeone arree un sopapo liguero y alguien de peso, sea colchonero o merengue, corte el paso copero. Ni siquiera cabe echar la vista adelante en espera del preocupante, y ahora favorito, City. El realizado en brevedad es pronóstico ajustado a simple observación y análisis de lo mostrado por este equipo, nada que ver con el fanatismo de quemarlo todo y romper el carné tan característico del barcelonista cuando se pone borde reclamando soluciones radicales y temerarias. Por este camino, obviamente, no van a ninguna parte. Sólo a las urnas porque el derrumbe de la mina de carbón presenta aristas de siniestro realmente peligrosas para los máximos responsables de la explotación. O, en el caso que nos ocupa desde nuestra plaza de burladero, mejor sería tildarles de irresponsables. Con todo lo que heredaron, ya andan a los cuatro años en bancarrota, hay que ser negligente, incapaz, mediocre, irresponsable.
Permítenos, Martí, centrarnos en dos frentes no sin antes precisar que la memoria, sabido es, no es cualidad de estos pagos y estos gestores. No hace siquiera dos años, otro sobrado de maneras y posturas, hoy presidente huido sin explicación coherente, aseguraba que con dos bufidos controlaría el incendio creciente originado en la FIFA a propósito de la contratación de futbolistas menores de edad. Ya ves como está hoy el panorama, hectáreas y hectáreas de bosque quemadas en el devastador siniestro, fíate de la Virgen y no corras, qué manera de hacer el ridículo. Similar a la protagonizada por el presidente okupa cuando el TAS confirmaba la sanción tras largos días en que la prensa connivente -el daño que están causando a la entidad, madre-, expresaba esperanza de reducción, aventando ilusiones entre la parroquia totalmente frustradas, antagónicos como eran sus postulados a la simple razón. Si te has saltado la ley a la torera, no te lo perdonan por mucho Barça que seas y resulta además de pusilánimes señalar con el dedo, caer en la rabieta de niño mimado consistente en proclamar que todos hacen lo mismo. Por favor, menudo argumento. Además, sin cinismo, si éstos son incapaces de ganar un pleito ni de coña, si los pierden sistemáticamente…
En fin, a lo que íbamos en el apunte, se cubre la supuesta indignación por el año perdido en refuerzos con un penoso comunicado en pura imitación del tremendo “plasma Mariano” de un minuto y medio de duración, apenas grabado para llegar a tiempo del Telenotícies de TV3, repetidas un montón de tomas por el protagonista máximo del desaguisado sin que su pléyade de asesores a estratosféricos sueldos mostraran la simple decencia o el buen criterio de advertirle que estaba rayando el ridículo. Por pose, por contenido y porque poner cara de muy enfadado no sirve si antes la has pifiado sobremanera en ese charco, como es público, notorio y evidente desde que el mismo líder accidental no votado utilizara el cortafuegos de los “errores administrativos” cometidos. Un horror, una demostración añadida de cómo entras en barrena cuando has perdido los papeles y no sabes donde se halla la salida en los laberintos que tú construyes, en los que te metes sólo y por sistema.
Hecha la digresión de pretérito reciente, vamos a por ese par de camiones cargaditos con nitroglicerina. Primero, consumada la pésima impresión en Donosti, sale el director técnico a confirmar la teoría de que una vez convertido en chivo expiatorio, qué mas da. De perdidos al río y por lo que me queda (ba) en el convento, el acusado convertido en fiscal recuerda a los despistados que el vicepresidente deportivo era, precisamente, ése que ahora le acaba de cortar el cuello para usarlo a modo de escudo y excusa. Jopé, qué diplomacia, menuda carga de caballería más directa y, si se quiere, kamikaze por liberación. Si sólo puedo elegir entre muerte y muerte, elijo llevarme a alguien conmigo, toma del frasco, leche con el ex cancerbero y parecía un inocentón incapaz de arrear ni medio sopapo. Vale que, si seguimos sin nombrar a nadie aunque todos los reconozcamos, el agresor se merecía caer con todo el equipo (figurado y de asesores carnales) por la pésima labor realizada. No le salva el único acierto por el relevo en portería ante la porquería de inversiones realizadas a precio de oro, como tampoco podía disimular asistiendo al lúgubre espectáculo de ver cómo se cae, a la manera de los castillos de naipes, la estructura del fútbol base, empezando por el filial, hecho unos zorros, llevado por otro que no da la talla aunque se hiciera en su día el enojado por no formar parte de las quinielas de relevo. Por favor, si no hay nadie en la estructura con el nivel requerido para ocupar posiciones de responsabilidad en un momento dado, que diría el clásico, no ya del primer equipo sino del B, si los mejores se fueron, despedidos o invitados a salir, si el despropósito también a ese nivel lleva cuatro años de viscoso recorrido. En efecto, La Masia no se toca. Ya la van destrozando ellos sin requerir ayuda. También.
Y el segundo camión, también conocido por gastroenteritis que empieza en el mejor jugador de la historia y acaba contagiando a todo el personal que, perdona la escatología, no se ha movido del lavabo desde conocer la noticia de la ausencia. El mesías no ha asistido al entrenamiento de puertas abiertas. Dicen que el número uno ha dejado de creer en el entrenador y en la directiva. No extraña. Por mucho que calle, por mínimo que se exprese, lleva largo tiempo dejando pistas de enojo, de molestia, de no hallarse a gusto. Era evidente que esta peña le trajo al brasileño para abrirle la puerta de salida, aunque el caro capricho no le llega ni a la cintura bajo ningún concepto. Es meridiano que el trato del Fisco, dispuesto a buscarle las cosquillas sin protección alguna, tampoco le supondrá tirar cohetes de contento por el trato o no trato dispensado, así que llega un momento en que pronuncias el basta y te aprestas al pulso de fuerza, a ver quién puede más. Como se dice en vernáculo, mala pieza en el telar, la peor imaginable porque si el astro se ha hastiado, no veas la campaña en contra que los cómplices le pueden montar, incluso para nombrarle máximo sospechoso en las celebérrimas muertes de Manolete y Kennedy. Sólo con sentido común, basta con elegir: fuera directiva, convocatoria en las urnas a final de esta estéril campaña (ni pesimistas, ni agoreros, analistas de la evidencia); cambio en el banquillo, unos cuantos mimos y a remontar el vuelo con otros gestores y responsables tras devolver la sonrisa al único personaje del paisaje azulgrana al que no conviene ver ni serio ni deprimido. Y a partir de esta primera piedra de origen argentino y genio divino, que edifiquen la nueva iglesia, el nuevo templo tras la debacle provocada por tamaña tribu de hunos. Al paso que van, si esperamos año y medio, ni la hierba del estadio dejarán sin arrasar.
A ver si el barcelonismo se pone en pie y coge las armas dialécticas, que nos queda por ver la previsible reacción de cómplices y sicarios, esos carentes que se creen los amos históricos del terruño y hace apenas ocho días, ocho, anunciaban su apuesta por el actual inquilino, ya dispuesto a meterse en clima preelectoral, para perpetuar el desaguisado que a ellos les conviene e interesa. Le tildaban entonces como presidente casi ideal -hay que pegarle duro al orujo para atreverse a tal cualificación-, apenas huérfano de cierta mala uva. Ahora, seguro, maniobrarán desde despachos y reuniones para evitar que denunciemos la mayor de las evidencias futbolísticas del momento: aquel al que nombraron rey va completamente desnudo y sin corona. Se trata de evitar, en lo posible, que los ocupantes del poder se aferren a la silla y los poderes fácticos dejen de proponer apoyos redoblados, nuevos nombres o la estrategia que les convenga para seguir toqueteando el género, el bastión sentimental, central, para tantos y tantos, hoy casi secuestrado por esta casta (sí, aplica aquí: casta) de temerarios incapaces. Mucho le ha costado al culé llegar a conclusiones, esperemos que sea éste el momento, ojalá analicen realidades empíricas sin marear la perdiz con detalles interesados: cómo estaban, cómo están y cómo estarán de seguir confiando en quienes han mostrado infinitas razones para retirarles totalmente la confianza por no dar el nivel, no saber y ser la propuesta de los poderosos, de esos que, aún teniendo la paella por el mango, no saben cocinar una simple tortilla. Vienen tiempos complicados, llegan semanas en las que será imprescindible posicionarse entre los que quieren perpetuarse y aquellos que desean lo mejor para el club, dos postulados antitéticos, dos maneras que algún admirado define como tener el poder o aspirar a tenerlo, las dos únicas y eternas maneras de comprender este peculiar fenómeno. O como me decía esta mañana una irónica amiga, paradigma del optimismo -y ahora resulta obligado citar-, el club que ha sobrevivido a Franco, Núñez, Gaspart o Rosell, también resistirá a Bartomeu. Seguramente, así será, pero sobrecoge la capacidad destructiva, interesada en el beneficio privado, egoísta, de los mencionados.
Que el 2015 nos traiga eso que tú y yo sabemos, Martí. Ningún secreto, lo que pediría cualquier mortal con tres gotas de sentido común y escasas ambiciones terrenales. Un abrazo.
Poblenou, pendientes de la cabalgata
* Frederic Porta es escritor y periodista.
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