No son las emociones: es el fútbol. No es la cabeza, es el fútbol, aunque tras tanto fútbol, la cabeza también se haya convertido en un problema. El modelo de juego importa. No es una boutade más, ni un invento del márketing. Es el salvavidas al que se agarra cualquier equipo cuando hay marejada. El fútbol es correr, saltar, chutar, esforzarse, agotarse; desprender energía. Pero también es, y sobre todo, pensar y defender una idea de juego, un modo de desplegarse, un camino concreto hacia la victoria.
Muchos triunfos llegan por la vía emocional, pero practicar fútbol desde principios colectivos, de asociación y con vocación ofensiva lo hace más factible. El modelo de juego que practica el Barça es capaz de someter a un rival de una forma más probable a la que consiguen otros modelos. Estos otros modelos también vencen, golean e incluso aplastan a muchos rivales, pero en su choque directo no consiguen igualarse con el del Barça, que a su vez es capaz de sufrir determinadas carencias ante otro tipo de rivales.
Para el Barça, el balón es la explicación de todo. Para este Madrid, demasiadas veces es un estorbo.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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