1.- Los interrogantes de Pamplona se despejan en Leverkusen. El lacerante de Piqué desemboca en la grada; el razonable de Xavi, en un edema que afecta al soleo, músculo traicionero como pocos; el dubitativo de Iniesta, en otro reparto de caramelos sobre un césped sin riesgos. El error táctico de ubicar a Mascherano en el mediocentro queda borrado con la entrada de Busquets, nuevamente de catálogo, y el retraso del argentino al eje de la defensa, un rol para el que su sentido de la anticipación le otorga un plus excepcional.
2.- Alineación aseada, la más competitiva posible vistas lesiones y estados de forma, para enfrentar la doble muralla que Robin Dutt plantó por delante de Leno: cuatro defensas, Reinarzt de mediocentro perseguidor de Messi, cuatro centrocampistas basculando y Schürrle como única referencia alemana. Ideal para la paciencia blaugrana.
3.- Pertrechados con una buena dosis de ella, Busquets e Iniesta manejan la nave sin prisas. Tocan y mueven con la paciencia del orfebre. El mediocentro saca el balón como quien pasea al perro en una tarde de primavera sin viento. Amaga con el cuerpo, hace como que sí pero no, pisa el balón, mira de reojo, despliega la vela y ordena al equipo con ese catálogo de gestos y movimientos.
4.- El Bayer espera y el Barça mueve como si Xavi estuviese en el campo y no en la enfermería. El vértigo que se había apoderado del equipo desaparece al son del Zadok the Priest de Handel, que parece calmar las aguas y los espíritus. Aunque probablemente fuese Iniesta el calmante del equipo.
5.- Cuarenta minutos de balanceo y veinte de bofetadas. Primero Alexis, desmarque y definición. Réplica alemana entre laterales: Corluka para el cabezazo de Kadlec. Y de nuevo Alexis, mitad zapador, mitad diamante por pulir, siempre tirando desmarques, aprovecha un pase vertical de Fàbregas para repetir gol.
6.- Con el marcador en contra, el Bayer ha cambiado su hombre boya: Renato Augusto se ha colocado como punta en el lugar de Schürrle y ahí los locales han generado más peligro, un disparo al palo y algunas intervenciones salvadoras de Valdés. A cambio, espacios más abiertos y opciones para la velocidad vertical de Alexis y los gambeteos de Messi.
7.- 60 minutos para Iniesta, plan de recuperación activado. 30 para Pedro, a la búsqueda del ritmo competitivo que aún no ha conseguido en toda la temporada. En esa media hora final, Messi se ha desmelenado en busca de la forma perdida. Ha roto por todas las zonas, no solo asistiendo, sino gambeteando como gusta, quebrando defensas, amagando y amenazando.
8.- Por ahí se ha encontrado a Dani Alves, su socio preferido, y han protagonizado diabluras constantes, culminadas en un tercer gol que ha sonado a prodigio: por la decisión de Alves de esperar y centrar milimétricamente hacia atrás; y por el arranque de búfalo de Messi, que ha soltado el primer pase, se ha zafado del central y ha llegado a la cruz del área para empalar un golazo.
y 9.- Pescado vendido, por más que Guardiola lo matizará.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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