"La clave del éxito no es jugar como un gran equipo, sino jugar como si el equipo fuera una familia". Stephen Curry
En cuatro años y medio, el Barça ha sido derrotado 25 veces: 25 derrotas en 287 partidos oficiales, un 8,7 % del total. La primera de dichas derrotas ocurrió el 26 de agosto de 2008 (1-0 ante el Wisla Cracovia); la última, el pasado miércoles en Milán. En el mismo período, cuatro temporadas de Guardiola y media de Vilanova, ha sumado 210 victorias y 52 empates, es decir, un promedio del 73,1 % de triunfos, prácticamente tres de cada cuatro partidos. No poseo la estadística exacta sobre el tipo de equipos ante los que perdió el Barça en estos 54 meses, pero diría que la inmensa mayoría de dichos rivales jugaron encerrados y con repliegue medio-bajo buscando un contragolpe que les llevara al triunfo. Equipos como Numancia, Hércules, Celtic, Inter, Rubin, Getafe o Chelsea, por mencionar algunos, vencieron desde una propuesta con rasgos parecidos: dos líneas muy juntas, cierre de espacios interiores y habilidad para ejecutar un contragolpe. La mayoría de las derrotas del Barça llegaron por esa vía por una razón muy simple: la mayoría de sus rivales jugaron de dicha forma. También la mayoría de triunfos sucedieron contra equipos que se plantaron de este modo, así que una derrota como la sufrida en San Siro no puede atribuirse a la falta de experiencia: probablemente, un 95 % de esos 287 partidos que ha jugado el Barça se han desarrollado bajo los parámetros que señalo.
Y del partido de vuelta no cabe esperar nada distinto. El Milan jugará como lo han hecho ese 90 o 95 % de equipos durante el mencionado período y el Barça deberá practicar lo mismo que le ha permitido ganar tres de cada cuatro veces. Sí, con la tensión de que necesita un mínimo de dos goles a favor, pero no necesita ninguna “reinvención” compleja, sino ejecutar con precisión y eficacia lo que ha practicado con éxito más de doscientas veces. Hoy mismo vivirá un plan similar ante el Sevilla y será un buen momento para corregirse y perfeccionar porque, salvo el Madrid, casi todos los próximos rivales jugarán así.
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