Es uno de los cambios más notorios que Pep Guardiola ha realizado en su manera de concebir el fútbol: si con el Barça su prioridad fueron los centrocampistas, en el Bayern son los delanteros. Si con el Barça acabó disputando la final del Mundial de Clubes 2011 con un sistema de juego 3-7-0, con el Bayern está jugando un 2-3-5. La razón principal de un cambio tan radical reside en la adaptación a los jugadores disponibles en su plantilla. El Barça es una escuela de centrocampistas desde hace muchísimos años mientras que en el Bayern ha encontrado una nómina formidable de delanteros. Adaptarse a la realidad disponible ha sido la causa de este cambio tan importante que protagoniza Guardiola en Alemania.
Como explicamos en un artículo anterior, la primera vez que empleó a cinco delanteros al mismo tiempo (aunque aquél día jugó con un 3-2-5) fue el pasado 11 de marzo en el Allianz Arena, contra el Shakhtar Donetsk (7-0). No pudo repetir la operación porque el mismo día se lesionaron Ribéry y Robben y el Bayern acabó la temporada únicamente con tres delanteros: Müller, Götze y Lewandowski, herido en el rostro y necesitado de una máscara. Pero tras el verano, la recuperación de lesionados y la llegada de Costa y Coman han revitalizado su idea, de ahí que la aplicara ante el 1.FC Köln el día que el Bayern logró su victoria número 1000 en liga y la volviera a emplear el pasado martes frente al Olympiacos griego: dos defensas, tres medios y cinco delanteros, la misma formación que desde 1880 se conoció como «la Pirámide». Entre ambas fechas, Guardiola rebajó el número de atacantes a cuatro, tanto frente al VfL Wolfsburg en Copa como ante el Arsenal en Champions o el Schalke 04 y VfB Stuttgart en Liga.
El empleo de este módulo de juego, el 2-3-5 que no debe confundirse con la WM de Herbert Chapman, de carácter más defensivo, obedece a las siguientes razones: un gran potencial y gran número de delanteros; la certeza de que el Bayern jugará gran parte del tiempo en campo contrario, con lo que son suficientes dos centrales como línea defensiva; la seguridad de que un único mediocentro basta para distribuir el balón de manera conveniente; y la alta categoría de los laterales (Lahm, Alaba y Rafinha) para dedicarse al trabajo de centrocampistas interiores y al mismo tiempo vigilar los contraataques rivales. Combinados todos estos factores, la alineación más razonable para Guardiola ahora mismo, cuando juega en el Allianz Arena ante un rival que presumiblemente se encerrará, es el 2-3-5, lo que asegura un alto número de ocasiones de gol como demuestran los formidables resultados obtenidos en el estadio de Múnich en los últimos tiempos.
Hay un matiz importante a hacer: Guardiola no plantea usar «la Pirámide» durante los noventa minutos de aquellos partidos en que lo está empleando. Más bien lo entiende como el uso de una gran potencia de ataque concentrada durante un determinado período de tiempo. Si el resultado le favorece, y así ha sido en los dos partidos recientes en que ha usado el 2-3-5 y también con el 2-4-4 ante el Arsenal, realiza modificaciones en una línea más cautelosa.
Resulta muy interesante anotar un último detalle, aunque los sistemas de juego no sean más que códigos que empleamos para entender algo mejor el fútbol. La evolución que está siguiendo Guardiola es la opuesta a la histórica. Pep empezó con el 4-3-3, pasó después al 3-4-3, a continuación al 4-4-2 y más tarde viró al 4-2-4 y al 2-3-3-2 hasta llegar al actual 2-3-5, la Pirámide, con lo que está realizando el recorrido inverso al que ha seguido la historia de la táctica del fútbol.
– Foto: Isaac Lluch
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