Imperial en el corte, aunque Messi conoce como nadie la fórmula para sortearle, Sergio Ramos se ha impuesto como central definitivo. El único defecto táctico que le señalaríamos procede de su propia exuberancia física: quiere tapar todos los agujeros que sus compañeros no cubren y eso equivale a cometer errores involuntarios. Tira bien arriba la línea trasera y aunque vacila con el fuera de juego, es veloz, contundente y su técnica individual le permite multiplicarse por dos.
Su salida de balón es impecable y la incorporación ofensiva, un puñal. Ramos es un defensa con alma de atacante. Se está vistiendo de Fernando Hierro, lo miremos por donde lo miremos: en lo táctico, lo físico o lo emocional, faceta en la que ejerce de auténtico capitán. También en los aspectos subterráneos del juego.
– Foto: EFE
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