"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
Siempre se ha promulgado la igualdad entre las personas, tanto que la propia Constitución lo recoge en su articulo 14: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.
Pero lo cierto es que ni en el día a día en la sociedad, ni en el mundo del fútbol esto ocurre ya que cada persona es distinta del resto, con sus complejidades, sus defectos, sus virtudes y sus miedos. La primera vez escuché este concepto fue en la charla de pretemporada de un entrenador, en la que vino a decir lo siguiente: “Quiero que sepáis de antemano que todos los jugadores que estamos formamos un equipo, pero que no todos sois iguales y por lo tanto seréis tratados de distinta forma: unos sois nuevos, otros veteranos, unos trabajáis, otros estudiáis…”. En ese momento no le di más importancia, pero con el paso del tiempo y ahora que he ejercido como entrenador me doy cuenta de la veracidad de esa idea que un día me transmitieron, en aquella charla de pretemporada.
Con esto no nos referimos a la educación y respeto con la que deben de ser tratados todos y cada uno de los jugadores de un equipo. Esto es algo imperativp ya que si no, no tendremos futuro ni como entrenador ni como persona. El trato debe ser individualizado: hay jugadores extrovertidos a los que les puedes gastar ciertas bromas y hablar de cualquier tema de su vida personal; otros, en cambio, son más reservados, por lo que tendremos que medir mucho lo que hablamos con ellos; otros no soportan la idea de perder ni siquiera en los partidillos de entrenamiento, por lo que si continuamente los ponemos en el equipo perdedor puede que acaben frustrados y discutiendo con algún compañero; otros jugadores no asimilan las broncas en público o alguna corrección subida de tono durante un partido, mientras que a otros, esa presión extra les hace esforzarse más y mejorar como jugadores. Esto en cuanto a temas futbolísticos propiamente dichos, ya que luego entraríamos en un nivel mas complejo de su propia vida privada como es el caso de si el jugador trabaja o no y qué tipo de trabajo tiene, y si por lo tanto puede que se pierda alguna sesión de entrenamiento o que no llegue en unas óptimas facultades físicas y psíquicas. O si estudia o no estudia, su situación familiar, etc.
Como vemos, existen infinidad de factores que hacen que los jugadores sean distintos y por lo tanto no deban de ser tratados de forma igual, sino acorde a toda su situación futbolística y personal. La dificultad radica en encontrar la justa medida para que cada uno de los integrantes del equipo lo comprenda y se mantenga unido al bloque.
Por lo tanto, para la pregunta que formulamos en el título la respuesta es no, no hay café para todos.
* Borja Sendino Alonso es 2º entrenador del CF Briviesca, de la 1ª Regional de Castilla y León.
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