ORDEN Y RIGOR
Con Di Matteo todo parece ordenado, trabajado y calculado milimétricamente: 4-4-1-1 absolutamente replegado. Liberando a Mata y Drogba de presión intensa. El sufrimiento para el Bayern aparece cuando les toca superar las líneas de 2-3 jugadores contrarios. Ya sea por dentro o por fuera. Desde la derecha, Robben -con seguridad, entre los cinco mejores dribladores en uno contra uno del fútbol actual- insistía constantemente contra Cole, que lo ha podido parar en cierta medida. Si buscaba la derecha, tenía que centrar y Arjen es muy zurdo; si buscaba el regate hacia el centro, aparecía la muralla: Lampard, Bertrand, David Luiz… Demasiados hombres y ningún espacio.
El Bayern chocaba una y otra vez frente a un equipo al que nada sorprendía. Mantuvo la cabeza fría, pese a la situación. Jugadores con experiencia, curtidos en mil batallas. El rigor defensivo como argumento, un equipo que en escasísimos momentos se ha roto. Obi Mikel en el trabajo sucio mantuvo el equilibrio y Lampard, siempre con corazón y fe, puso el oficio para subsanar sus carencias en defensa estática.
Paul Claudel decía: «El orden es el placer de la razón, pero el desorden es la delicia de la imaginación«. El Chelsea sostuvo su idea y la siguió al pie de la letra. El Bayern, a medio camino, no se desordenó lo suficiente.
PETR CECH
Hablábamos en la previa que la influencia de Mata en el juego podría dar sentido al ataque blue. Igualmente, mencionábamos debajo: el estado de gracia de Cech puede ser decisivo -como contra Barça-. Y así fue, en la primera parte sacó un pie que con ayuda del poste evitó el 1-0. Durante todo el partido, dominó el área (vital para la confianza de la zaga) y transmitió la seguridad de quien, inmutable, habla con la mirada.
CIERRA PASILLOS INTERIORES
Inmersos en el orden y en una activación mental sobresaliente, el Chelsea, sabedor de que tanto Ribéry como Robben buscarán el recorte hacia dentro, coloca sellos en todos los pasillos interiores. Para ello se multiplican cuatro ejes fundamentales: Luiz-Cahill, Lampard-Mikel. Cierto es que Kroos y Schweini no han aparecido lo suficiente cerca del área, pero Müller y Gómez quedaron secados en sus zonas favoritas y Robben-Ribéry se encontraron con multitud cuando trataron de asistir hacia dentro. Solo una única irrupción de Lahm desactivó el sistema. Apareció un hombre no fichado. O idéntica situación en el gol: Müller llega desde atrás y desde el extremo derecho, nadie le esperaba por ahí.
Mientras tanto, Cahill-Luiz desactivan como frente al Barça, esta vez a Ribéry y Robben. Sin saltar, aguantando, cerrando huecos y minimizando su zona de acción. Müller se tiene que alejar, Mario está maniatado y los dos extremos no encuentran espacio. El orden mató la fantasía.
DIDIER DROGBA
Si en semifinales fue clave, en la final lo ha sido tanto o más. Trabajó hasta la extenuación de espaldas a portería. Un solo tipo que trae de cabeza a dos centrales. Trabajó más en defensa, por desgracia para el espectáculo, que en ataque, pero una sola ocasión le bastó para saltar, suspenderse en el aire y girar treinta grados su cuerpo para encontrar portería. Remate inapelable. Eliminatoria de cara. El coloso ha regresado para llevar al Chelsea a la gloria que le robó el Manchester en 2008.
La Champions eleva a los altares a los jugadores gigantes. Marca el corazón de aquellos que pasarán a la historia. Drogba expuso los argumentos y lo consiguió. Es reflejo y héroe de la victoria blue porque, como afirmó Laurence Sterne: «La temeridad cambia de nombre cuando obtiene éxito. Entonces se llama heroismo«.
* Fran Alameda es periodista. En Twitter: @Fran_Alameda
– Fotos: Odd Andersen (AFP)
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