1.- Dos meses más tarde de la brillante consecución de la Eurocopa, España volvía a disputar un partido oficial con más importancia de la que pudiera parecer. Y es que en un grupo de clasificación para el Mundial en el que solo un equipo se clasifica directamente y uno de los rivales es Francia, los despistes no están permitidos. Enfrente, Georgia, rival más sólido también de lo que se hubiera podido esperar, con un previsible muro aún más férreo de lo suponible.
2.- Ante esta tesitura, Del Bosque iniciaba el encuentro con sus 10 indiscutibles de la Eurocopa más Soldado, quien no fue convocado para tal cita pese a que fueron tres jugadores que ocupan su demarcación. ¿Mensaje de ánimo o cambio de criterio? Pero esta modificación no iba a ser sustancial; sí el hecho de que no se produjera ninguna otra variación en una alineación construida para ejecutar la posesión defensiva, la cual da lugar a encuentros con dominio absoluto español y escasas ocasiones de gol.
3.- Pero no era la posesión defensiva el planteamiento que se trataba de ejecutar, pues enfrente un rival encerrado que presentaba escasa amenaza al contragolpe invitaba a que los campeones de Europa asumieran roles más ofensivos, además de que atacando con poca gente era utópico penetrar la muralla. Arbeloa jugando completamente de extremo y Busquets o Xabi Alonso descolgándose dieron muestras de que el partido requería jugadores con distintas condiciones.
4.- El muro georgiano era muy sólido, con una estructura similar a la que utilizó Di Matteo frente al Barça. Si además no muestras la menor amenaza por la banda derecha, solo utilizas a un jugador desequilibrante (Iniesta) y únicamente Jordi Alba va al espacio (Soldado tenía encima a los centrales), derribarlo resulta enormemente difícil. Es decir, todo quedaba fiado a que Xavi se inventara un pase en un espacio inexistente o a que Iniesta o Silva hacieran auténtica magia. Así, hasta la media hora no hubo la menor ocasión, más allá de dos acciones a balón parado. Pero entonces el canario sí que hizo magia, eso sí, de una manera diferente a la que nos tiene acostumbrados: un zurdazo desde fuera del área que se estrelló en el palo. Minutos más tarde, poco antes del intermedio, una asistencia mágica de Xavi encontró a un Soldado que por primera vez se desmarcaba en la dirección correcta ante una defensa tan atrasada (hacia fuera, no hacia dentro).
5.- Pero aquí empezaría el recital de Loria, gigantesco guardameta georgiano, deteniendo tanto ese mano a mano como el posterior remate de Iniesta de manera espectacular, mostrando además en el resto del partido unas cualidades espectaculares más allá de sus intervenciones decisivas. Su lesión, una vez avanzada la segunda parte, entristeció a cualquier espectador que estuviera contemplando el partido. Eso sí, antes permitió llegar al descanso a su equipo con empate a cero tras una primera parte en la que España dispuso de las tres ocasiones citadas.
6.- De este modo, comenzó la segunda mitad con la sensación de que los georgianos, más allá de las arrancadas del corajudo Okriashvili (otro jugador a seguir, si bien éste ya pertenece a un club importante como el Shaktar Donetsk), no eran capaces de generar peligro en ataque. Un balón enviado a la madera por Amisulashvili gracias a un magnífico disparo evaporó dicha sensación y espoleó a España, que a partir de ese momento aumentaría la intensidad.
7.- Pero avanzaba el partido y no se generaban ocasiones, por lo que Del Bosque introdujo en el campo antes del minuto 65 a Pedro y Cazorla en sustitución de Busquets y Silva. El juego mejoró gracias a la entrada del tinerfeño y a la presencia de un único mediocentro, bajando asimismo el nivel la otra sustitución. Y es que el del Manchester City, por muy bien que juegue, rara vez no es el primer sustituido. Las jerarquías son las jerarquías.
8.- Sin embargo, pese a la mejora del nivel de juego, España no había generado ninguna oportunidad clara de gol en toda la segunda parte a falta de 10 minutos para concluir a la misma. En ese minuto 80 se produjo la sustitución que cambiaría definitivamente el partido: Cesc por Arbeloa. Tanto por el que salió, que es uno de los laterales que mejor defiende del mundo pero que en un rol ofensivo como el que con frecuencia se le asigna en la Selección desentona enormemente (Juanfran, Iraola, Montoya, Azpilicueta o Carvajal están a la espera), como por el que entró. Fàbregas, desprovisto de ataduras tácticas y de la obligación de ser decisivo en la base de la jugada, pudo dedicarse a lo que mejor sabe hacer: generar ocasiones. Entre Pedro, quien también mejoró mucho al equipo, y él se inventaron la jugada que dejaría a Soldado (¡por fin!) libre de marca, lo que el valenciano aprovechó para decidir el partido.
9.- España sale con los tres puntos de un partido dificilísimo, en el que su rival, con el aliento de su afición y el deseo de demostrar al mundo su capacidad, ha mostrado un nivel superior al esperado, complicando las cosas al máximo al combinado nacional. Por ello, la victoria es muy meritoria y probatoria de la raza competitiva de este equipo. Sin embargo, como en tantos otros partidos de la era Del Bosque, cabe preguntarse si los cambios enmendaron un mal planteamiento inicial o si, por el contrario, fueron acertados sin más. No obstante, no hay entrenador en activo en el planeta fútbol más indiscutible. Y con justicia, seguramente.
* Rafael León Alemany. En Twitter, @_rafaleon_
– Fotos: Vano Shlamov (AFP) – Misha Japaridze (AP)
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