Hasta la saciedad vamos a escuchar el eterno debate sobre qué jugador debe ocupar la delantera en la Selección española cuando todavía sigue el debate sobre si Del Bosque se ha llevado a los más adecuados. Recordemos, grosso modo, las variantes.
España, desde Luis Aragonés, basa su modelo de juego en una copia casi literal (no total por problemas de nacionalidad, sobre todo la argentina) del Barcelona. No es que se «inspire», es que lo lleva hasta el extremo. Tal es así, que puede llegar a caer en los mismos defectos que el conjunto catalán, que tienen el gran exponente de ausencia de Plan B.
Dicho modelo de posesión coral sin fin ha ido evolucionando desde la llegada de Guardiola, cambiando año tras año aquellos matices que distorsionaban hasta llegar a la perfección más absoluta el año de los 6 títulos. Esta evolución tiene todo que ver con la figura del 9, pasando de un Eto’o que presionaba sin descanso y un Messi que partía de la banda para romper en diagonal, a un Messi que llega al espacio con total libertad (9 mentiroso). Paradójicamente, la Selección también los ha ido mutando, pasando de la figura de Torres en la final de la Eurocopa pasada, a un Villa que partía de la banda en el Mundial… a la gran incógnita actual.
Del Bosque ha argumentado que el Messi de España es Silva. Comentario desafortunado porque a todas luces la comparación es insultante (si hacemos referencia al número de goles). España no tiene un Messi, ni falta que le hace. La misión del seleccionador debe ser la de moldear ese sistema de posesión ilimitada mejor que lo ha hecho Guardiola este último año, en el que se ha visto que el ser previsible para los rivales tiene que llevar aparejada la consecuencia de buscar alternativas eficientes (no poner a Keita a rematar en los últimos minutos en Champions). Pero precisamente el talón de aquiles de Vicente son los cambios, ya que nunca logra un efecto notorio (los cambios de Torres en el Mundial de Sudáfrica, en los que no aportaba nada; el de Cesc contra EEUU un año antes…). De todas maneras, el ex entrenador azulgrana tenía el hándicap del fondo de armario, cierto que porque así lo quiso (caso Ibra). Pero Del Bosque ha tenido la posibilidad de elegir a una infinidad de candidatos, optando por los más controvertidos.
España debería jugar sin un 9 estándar: el 95% de los remates de la Selección son en las inmediaciones del área de meta, siempre llegan tras paredes y por jugadores de segunda línea, casi nunca con pases al espacio, por lo que la figura de un especialista de jugar al borde del fuera de juego o del desmarque no se hace tan imprescindible como la de un futbolista capaz de tener esa calidad de último pase y de disparo milimétrico (Silva contra China). Precisamente, en este partido se contempló la ineficacia de jugar con Torres o Negredo. El primero es para jugar con espacios; el segundo es para tener otro compañero al lado.
Si lo que se busca es un jugador con capacidad de asociación y desequilibrio, es erróneo que no haya ido Adrián. Si lo que se busca es un puro rematador para el área, no se entiende la ausencia de Soldado. Si se buscaba un jugador mixto, tampoco se entiende las ausencias de Michu o Rubén Castro… Para tener un referente y fijar las defensas, Llorente es perfecto. Pero Torres… Sólo se corresponde a su carisma publicitario en forma de recaudación para la FEF.
En definitiva, para el sistema que más rendimiento le puede dar a España, sería preferente la utilización del falso 9, algo ya viejo en el uso de sistemas tácticos (Laudrup en el Barca, Totti en la Roma de Spalletti…). Si la manera de jugar es la posesión en campo contrario, la ausencia de contragolpes, la pared como arma de destrucción masiva, etc., mejor poner a los jugadores más técnicos (Xavi, Iniesta, Silva y Cazorla-Pedro). Quitar al 9, poner otro 10… tampoco seríamos los primeros en hacerlo.
* Jesús Botello es Entrenador y Scout. En Twitter: @MrJesusBotello
– Fotos: EFE – Fernando9torres.com
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