Justo cuando se cumplen veinte años de su implantación, la Premier League parece vivir una segunda juventud. Corona a un nuevo campeón y otro conjunto inglés conquista por primera vez la cima europea. No obstante, Manchester City y Chelsea pasarán dos veranos completamente distintos: uno lleno de alegría y reafirmación; el otro de urgente replanteo de varios renglones del club.
Ambas instituciones han sido reconstruidas bajo la misma horma: el dinero. No son equipos hechos, son equipos comprados. Aunque el conjunto de Londres ya rebasó el período inicial de elevado gasto económico, que rindió sus frutos relativamente más temprano que el de Maine Road. Es éste quizás el factor que más empaña a los nuevos reyes de Inglaterra, pues otros clubes con más historia y más merecimiento en el presente -Tottenham, Everton y hasta el propio Arsenal- no han logrado lo mismo.
El título del City vuelve a marcar la tendencia que estableció el Chelsea con la llegada de Abramovic: para ganar hay que gastar, algo que claramente muy pocos pueden hacer. De esta manera impone un modo de vencer no saludable y que contribuye al continuo endeudamiento de los clubes. Pero la mejor liga del mundo necesitaba otro contendiente, alguien que hiciera temblar el piso del Manchester United, mejor aún si lo remueve dentro de la propia ciudad, unos verdaderos noisy neighbours. Un equipo que rompiera la monotonía que había reinado en la Premier en los últimos años.
Con Arsenal y Liverpool claramente lejos de poder pugnar por el título y Chelsea en uno de los picos más bajos de su nueva era, el lado bueno del triunfo del City reside en que establece un reto para los derrotados y hasta para ellos mismos. Sin oposición no hay análisis, ni mejora ni mucho menos perfección.
Pero bien saben Mancini y los jeques árabes que todo el dinero del mundo no es lo único necesario para mantener el reinado. El United ganó tres ligas seguidas luego del boom de Mourinho en el Chelsea y al City le puede pasar lo mismo. Más que gastar hay que saben en qué se gasta, o mejor, en qué se emplea el dinero para evitar el despilfarro y acercarse más a una inversión. Hasta ahora han desperdiciado bastante.
Tratando de poner en una balanza lógica todas estas subjetivas cuestiones, el equilibrio se desplaza hacia el sí. Tiene más de bueno que de malo que el City haya ganado la Premier.
* Alejandro Pérez.
Fotos: AP – Manchester City
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