"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
– Título: ¡La furia española! / Campanal II
– Autor: Manuel Alonso Vicedo
– 1ª edición: 1965
– Editorial: Católica Española
– Nº páginas: 87
Estamos ante una pieza de coleccionista: una pequeña historia sobre la vida deportiva de Marcelino Vaquero González del Río, más conocido como Campanal II. La prosa es la propia de los años 60 en España: barroca, épica e incrustada de la grandilocuencia reinante. Hay que dejarla al margen y entonces aparece un gran personaje: Campanal II, el atleta-futbolista, un prodigio físico. Dudo mucho que la obrita se encuentre en alguna librería antigua. Si acaso, el protagonista debe guardar ejemplares en su casa, ejemplares que valen su peso en oro.
Brevemente: Campanal II fue un extraordinario defensa central. Nacido en Gijón en 1932, sobrino de Guillermo Campanal, Campanal I, creció en Avilés y destacó pronto como atleta, en especial como saltador de triple aunque practicó modalidades diversas. Antes de fichar por el Sevilla (1950) sus marcas personales eran las siguientes: 1,75 en altura; 3,00 en pértiga; 13,23 en triple; 6,33 en longitud. Tenía 17 años. En la siguiente temporada, el Sevilla le permitió participar en el Campeonato de España, donde logró 6,66 en longitud y 13,77 en triple, marca que superaba el récord español pero que no se homologó al tratarse de un deportista profesional. Un año más tarde corrió los 100 metros en 10″8, también mejor marca nacional de la época. En el 53, ya consagrado futbolista, realizó el Descenso del Sella y poco después saltó 1,83 en altura y lanzó 11,25 en peso. Su mejor registro llegó el 25 de junio de 1954 cunado superó el récord español de triple salto que poseía Óscar Simón. Campanal saltó 14,79, un centímetro más que Simón.
Como defensa fue un muro, central poderoso, de salto inigualable y velocidad prodigiosa. Por alto, Kubala o Di Stéfano jamás pudieron con él. Al sprint, el joven Paco Gento no se le iba. Duro, eso sí, como corresponde a aquellos tiempos. Muy duro: fue expulsado en varias ocasiones, sufriendo y provocando lesiones porque eran tiempos de guerreros más que defensas. Imprescindible en el Sevilla, donde se le apodaba ‘El Huracán de Avilés‘, logró plaza fija en la selección española, consagrándose en un tremendo Turquía-España en Estambul, valedero para el Mundial de Suiza 1954, que suponía el desempate tras dos primeros encuentros vencidos a partes iguales. Se disputó en el Olímpico de Roma y Turquía logró de la FIFA que enviara un enigmático telegrama: “Attention equipe espagnol situation joueur Kubala”. Más adelante, la FIFA negó haber remitido dicho telegrama, pero la Federación Española no se atrevió a alinear a Kubala, que ya estaba vestido de corto.
Jugaron Carmelo – Segarra, Biosca, Campanal – Gonzalvo III, Puchades – Arteche, Venancio, Escudero, Pasieguito y Gaínza. El 2-2 final tras prórroga dio paso a la extracción del papel con el nombre del equipo que iría al Mundial. El bambino Franco Gemma sacó el papel de Turquía y España quedó fuera del Mundial. La amargura para Campanal fue algo menor al resultar elogiado por doquier: desde el partido disputado en Estambul ya era para siempre “El héroe de Turquía“. Con su verbo grandilocuente, Matías Prats lo refirió así: “Yo he visto al arquetipo de la ‘furia española’ en acción. Fue en el Estadio Ismet Inonu de Estambul, con ocasión de un encuentro internacional de la selección española. Aquella tarde, en ambiente extraño y nada propicio, cuando un reguero de desaliento comenzaba a filtrarse por el equipo nacional, un jugador espigado, con el número tres a la espalda, fuerte de constitución, animoso y viril, gigante en lo moral, arrancó desde el área propia con el balón en los pies. Era una de esas jugadas imprevistas, con raíz en el temperamento, no incluida en el repertorio habitual de los zagueros (…).
“Campanal, pues éste es el jugador al que me refiero, simbolizó en aquella ocasión, bajo la llamarada roja de la camisola que defendía, la estampa más perfecta del coraje y el pundonor. Su avance, contra toda norma, resultó incontenible. Cuantos adversarios fueron saliéndole al paso quedaron burlados por su carrera vertiginosa, en la que la decisión podía tanto como la técnica, en la que la furia española se definía arquetípicamente, cuando la admiración y el pasmo entre los rivales y aun entre el público, rendido a la reacción humana de aquel jugador extranjero que sentía y vibraba con el pabellón de su patria. Campanal, como los olímpicos de Amberes, todo lo ‘arrolló’. Y aunque no hubo gol, su jugada quedó definida como un bello gesto inolvidable. Campanal ha sido en todo momento, a lo largo de su vida deportiva, un ejemplo constante de ‘furia’ noble, impetuosa, al servicio siempre de un código moral y deportivo que nunca infringió”.
Más escueto, el mágico Adolfo Pedernera, tras empatar a uno con su gran Millonarios (Di Stéfano, Báez, Pedernera, Peys…) ante el Sevilla, se refirió a Campanal II con el siguiente elogio: “Jugador muy completo, de lo mejor que he visto en España“. Jugó 15 temporadas con el Sevilla más otras dos en el Depor, siendo todavía el futbolista asturiano con más temporadas (17) en 1ª, por delante de Quini y Joaquín. El 30 de enero de 1955 sufrió su lesión más grave. Nos lo explica Manuel Alonso en el libro que glosamos: “Ya había ‘pique’, por velocidad, entre Gento y Campanal. Los cruces de éste fastidiaban a aquel y la carrera loca del extremo preocupaba al central. Pero aparte esta rivalidad, el público había creado otra. La del ‘Campanal ogro’. Y ésta sí que dejaba huella en los contrarios a la hora de dejar la pierna cuando aparecía el vendaval blanco…
“- Campanal: La lesión se produjo de resultas de un pase adelantado de Rial a Gento. Yo me crucé y llegué primero, pero me recreé en el corte y Gento, tal vez por temor, se encogió con tan mala fortuna que me clavó su rodilla izquierda en los riñones. Fue un dolor agudísimo. Pero continué en el campo. A la terminación del partido tenía unas ganas enormes de orinar. No podía. Cuando lo hice, ví sangre. Me asusté muchísimo. Salí como loco de la ducha y me hubieron de hospitalizar en Madrid“. Tiempos duros, en los que una fractura de peroné no le impedía terminar el partido.
Ya retirado, Campanal II ha seguido practicando atletismo, ganando innumerables campeonatos de España en categoría veteranos; de hecho sigue haciéndolo temporada tras temporada, a sus 81 años. Recientemente se ha estrenado el documental “Marcelo Campanal, leyendas de La Roja“.
– Fotos: Miguel – Rodrigo Solís
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