"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
Cada día que pasa nos oxidamos un poquito más. Es el proceso natural de la vida. Es una paradoja, pero es así: el mismo oxígeno que respiramos, el que nos mantiene vivos, es también el responsable de que vayamos envejeciendo y deteriorando poco a poco.
Y todo es por culpa de los llamados radicales libres, unas sustancias muy inestables que se forman en el organismo durante la respiración y que atacan constantemente nuestras células y también su ADN. Entre un 4 y 5% del oxigeno que consumimos forma radicales libres.
Cuando los radicales libres se acumulan en exceso se crea lo que se denomina estrés oxidativo, una situación que implica un mayor riesgo de desencadenar enfermedades, dolencias y problemas de diferente índole (envejecimiento precoz, manchas en la piel, pérdida de visión, infecciones, inflamaciones…).
Las sustancias antioxidantes son la mejor arma para contrarrestar el proceso oxidativo ya que permiten desactivar e incluso revertir el daño producido por los radicales libres. He ahí la importancia de lograr abastecernos de ellas.
Debido a la utilización de una mayor cantidad de oxígeno a causa del ejercicio, los deportistas generan una mayor cantidad de radicales libres y por tanto están sujetos a sufrir una mayor oxidación.
Durante el esfuerzo, y con el fin de satisfacer las demandas de energía, el consumo de oxigeno puede aumentar entre 10 a 15 veces su valor en estado de reposo. Ello provoca un gran aumento de componentes oxidantes, cuyos daños contribuyen a la fatiga muscular, a cursar inflamaciones, alterar sistema inmunológico e inhibición de los mecanismos de recuperación y adaptación.
Afortunadamente, el organismo tiene sus propios mecanismos de autoprotección frente a estos agresores y genera/posee sus propias moléculas antioxidantes (antioxidantes endógenos), tal es el caso del glutatión, coenzima Q, enzimas como la superóxidodismutasa, catalasa, etc…
Además, las personas que hacen ejercicio de forma continuada tienen todavía más acentuada esta capacidad autoprotectora debido a un proceso de adaptación fisiológico, algo que no ocurre con los deportistas ocasionales de fin de semana, quienes deben tener presente que son más vulnerables a los ataques de los radicales libres generados durante una actividad física.
Sin embargo, la capacidad de contrarrestar la oxidación nunca es suficiente y menos cuando se incrementa en exceso la formación de radicales libres por causas de diferente índole: actividad muy extenuante o intensa, frío, irradiación solar, contaminación, cansancio acumulado, pocas horas de sueño… En estas circunstancias, el daño oxidativo crece y en consecuencia el riesgo de sufrir contratiempos de toda índole: inflamaciones, infecciones, lesiones, resfriados…
Por tanto, es totalmente recomendable que el deportista complemente su capacidad protectora abasteciéndose a diario con antioxidantes de origen exógeno y no existe mejor forma de hacerlo que siguiendo una dieta rica en alimentos antioxidantes.
Una dieta antioxidante, que a la vez se convertirá en antiinflamatoria, debe ser ante todo equilibrada y con un alto predominio de frutas y verduras, que son los alimentos con mayor contenido de componentes anticorrosivos, aunque éstos también se encuentran en aceites, semillas y alimentos de origen animal como los ácidos grasos omega 3, la vitamina A, el selenio y el zinc.
Hay miles de moléculas antioxidantes.
Cada vegetal, cada fruta tiene las suyas propias y cada una de ellas nos protege de una forma diferente. Por tanto cuantas más dispongamos, mejor salvaguardamos nuestro organismo y nuestra salud.
Algunos antioxidantes de procedencia vegetales
Vitamina C: Mandarinas, naranjas, fresas, kiwi
Vitamina E: Aceites vegetales, frutos secos, aguacate
Caroteno (precursor vitamina A): Zanahoria, calabaza, melocotón, papaya, espinacas, pimentón
Licopeno: Tomate fresco, salsa de tomate, Ketchup, sandía, pomelo rosado
Quercetina (polifenol): Cebolla, brócoli, cebollino
Alicina: Ajo
Luteína y zeaxantina: Brócoli, coles de Bruselas, judías verdes
Antocianinas (polifenol): Arándanos azules, moras, manzana roja, uvas rojas y moradas
Catequinas (polifenol): Té verde, cacao
Elagitaninos (polifenol): Granada
Resveratrol (polifenol): Uva, vino tinto, nueces, mosto
Isoflavonas (polifenol): Soja y derivados, leguminosas
Naringenina (polifenol): Cítricos
Luteolina (polifenol): Apio, tomillo, pimiento verde
Hidroxitirosol (Polifenol): Aceite de oliva virgen extra (AVOE)
Selenio: Frutos secos, pipas, cereales integrales
Zinc: Germen de trigo, legumbres
Queda claro que la forma de garantizar la mayor variedad posibles de estas sustancias es a través de una dieta que contenga un amplio surtido de alimentos vegetales; siguiendo esta premisa no hay ninguna necesidad de recurrir a suplementos dietéticos que se comercializan para tal fin y cuyo beneficio a largo plazo no cuenta con evidencias científicas determinantes.
Algunos estudios realizados entre deportistas concluyen que el uso indiscriminado de vitaminas y suplementos antioxidantes pueden resultar perjudiciales.
Las frutas, verduras y hortalizas con colores más llamativos como el rojo, morado, naranja o verde oscuro son los que contienen mayor concentración y número de sustancias antioxidantes.
Lo ideal sería comer a diario alimentos con cada uno de los colores del abanico del Arco Iris y eso podemos conseguirlo preparando platos multicolor.
Aquí tenéis unos cuantos ejemplos de vegetales ricos en principios antioxidantes, clasificados según su color y que conviene tener en cuenta a la hora de hacer la compra:
Verde: Brócoli, coles de todo tipo, espinacas, acelgas, guisantes, perejil y verduras de hoja verde de todo tipo
Azul/morado: Arándanos azules, moras, uvas rojas y moradas, berenjena, remolacha
Naranja/ amarillo: Zanahoria, calabaza, naranja, mandarina, melocotón, albaricoque (fresco y seco), papaya, limón, piña, mango, plátano
Rojo: Tomate, pimiento, sandía, frambuesa, fresa, granada, grosella, arándanos rojos
Blanco: Coliflor, cebolla, ajo, puerro, nabo,
Pero además, en una dieta antioxidante y antiinflamatoria no puede faltar:
Aceite de oliva virgen extra (hidroxitirosol y vitaminas E y A, entre otros) que debe ser la grasa principal en la dieta de un deportista.
Alimentos ricos en ácidos grasos Omega 3 (DHA y EPA) que ayudan en la prevención de enfermedades degenerativas y cardiovasculares. La principal fuente alimentaria de Omega 3 es el pescado azul (salmón, sardinas, caballa, atún…) que también es una buena fuente de Zn, un mineral también antioxidante.
Té verde y blanco (catequinas).
Un poco de chocolate negro (epicatequinas, procianidinas).
Cúrcuma o Azafrán de la India (curcuminoides) que es el componente principal del curry.
Para rematar la faena conviene además reducir el consumo de todos aquellos alimentos y hábitos que contribuyan a causar oxidación e inflamación.
Ejemplos de menús antioxidantes
Ejemplo 1:
1er Plato: Ensalada de espinacas crudas con granada y unos gajos de mandarina y un puñadito de piñones. Aliñada con aceite de oliva virgen extra
2º Plato: Salmón a la plancha con salsa al curry y pasta integral
Postre: Yogur con frutas del bosque
Ejemplo 2:
1er Plato: Crema de calabaza o zanahoria (preparada con cebolla o puerro y manzana) sazonada con perejil
2º Plato: Pan multicereal con tomate, 2 sardinas de lata y una tortilla de berenjena
Postre: Ensalada de fruta fresca (granada, mandarina, pera)
Ejemplo 3:
Plato único: Espaguetis integrales con calabacín, ajo, tomate, albahaca y atún
Postre: uvas con queso fresco
– Si queréis ampliar este contenido, aquí tenéis mi intervención en el espacio “Nutrició i salut” de La Xarxa Radio (en catalán):
* Loles Vives en nutricionista y atleta.
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