"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
Muchos récords del mundo femeninos se muestran inalcanzables para toda una generación de atletas. Esto es una evidencia de que hay cosas que no cuadran. En la actualidad se avanza en selección de talento, medios, métodos de entrenamiento, alimentación, recuperación, fisioterapia y psicología deportiva, pero los récords parecen imbatibles.
Cuando presenciamos una final de un campeonato del mundo o unos JJ. OO. aparece en la pantalla del televisor el récord del mundo de la prueba que se está disputando, pero el espectador lo ve, en la mayoría de los casos, como una información anecdótica sin mucha relevancia, ya que casi con toda certeza la marca con la se va a vencer estarán alejados de los dígitos que aparecen en pantalla. La referencia que ha tomado valor en pantalla es el WL (mejor marca mundial del año), porqu el WR parece una quimera.
En la actualidad se pueden ver registros de atletas de enorme prestigio que están a años luz de los récords del mundo. Los ejemplos que podemos mencionar son muchos. Valerie Adams lleva invicta tres años en lanzamiento de peso, con dos oros olímpicos y seis títulos mundiales (dos en pista en cubierta), pero su mejor registro (21,24 m) está a más de un metro de distancia del récord del mundo (22,63). Cualquier atleta que lance en una final dos metros y medio menos podría estar luchando por las medallas. Esta diferencia que se produce en el peso se repite en la gran mayoría de eventos del programa atlético. En 400 m, Sanya Richards-Ross (48,70) está un segundo por encima del récord de Marita Koch (47,60), y la vigente campeona del mundo, Christine Ohuruogu (49,21), aún está más distanciada.
Shelly-Ann Fraser-Pryce, la mejor atleta del 2013 para la IAAF, tiene un registro personal de 10,70. Es la reina de la velocidad del último lustro, acumula dos títulos olímpicos y cinco oros en campeonatos del mundo, pero no es capaz de acercarse a los 10,49 de Florence Griffith.
La visión en las pruebas de fondo tampoco es mucho mejor. Tirunesh Dibaba, la mejor fondista de la historia y poseedora de todos los títulos de 10.000 en los que ha participado desde el 2005, tiene 29:54.66, registro que está a 23 segundos del récord del mundo de Wang Junxia.
Este año no hemos visto ningún récord del mundo femenino. El año pasado pudimos ver dos en los JJ. OO. de Londres: 20 km marcha y el relevo 4×100. Más allá de estas disciplinas, las posibilidades de récord del mundo solo se puede ver en pruebas relativamente nuevas en el programa atlético femenino como la pértiga y el martillo.
Muchos de los registros fueron fruto de una situación política que enfrentaba a oriente contra occidente y donde el deporte era un escaparate publicitario de las bondades de uno u otro régimen.
La mayoría de los récords del mundo se remontan a los años ochenta. Desde los 100 a los 1.500 metros, con excepción del 400 m. v., son récords que no se han batido desde 1993. El 5.000 se implantó con posterioridad a la irrupción de las atletas chinas, lo que permitió que se produjeran varios récords. El último es el que batió Tirunesh Dibaba (14:11.15) en el 2008. En saltos, excepto en pértiga, tampoco se han producido récords desde hace años, y la situación se agrava en los lanzamientos de disco y peso, ya que la distancia de las actuales marcas y los récords del mundo son abismales. La jabalina femenina tiene récords del mundo relativamentes recientes. También el martillo, prueba de implantación reciente por la IAAF –los primeros JJ. OO. en los que se disputó fueron los de Sídney 2000–.
Si repasamos los récords femeninos por décadas, se puede comprobar que casi la mitad se consiguieron en los ochenta, en concreto son once de los actuales récords mundiales en pruebas olímpicas. De los noventa perduran tres y seis se consiguieron en la primera década del siglo XXI. En la segunda llevamos tres: lanzamiento de martillo martillo, 20 km marcha y 4×100. Dos de ellos, la marcha y el martillo, son de reciente creación y no se disputaban en las grandes competiciones en los ochenta.
Si repasamos la lista, hay casos muy controvertidos. Florence Griffith tuvo un cambio corporal, físico y hasta de voz muy palpable en la época en la que batió los récords del mundo en 1988. Su temprana muerte a los 38 años de edad sembró más dudas sobre sus registros.
Se hace incomprensible para muchas personas del atletismo que haya récords de atletas de la extinta RDA, cuando está demostrado que se logró bajo un sistema de dopaje masivo, como demuestran los miles de papeles desclasificados de sus archivos. Los detractores del modelo alemán oriental señalan que es injusto estar reclamando pensiones por los efectos del dopaje y al mismo tiempo seguir constando como poseedores de récords. La federación alemana (DLV) introdujo en el año 2006 un preámbulo a la lista de récords que dice lo siguiente:
“De acuerdo con la evidencia presente, la siguiente lista incluye algunos titulares de registro sospechosas de haber violado las reglas antidopaje durante su carrera deportiva. Además, una parte de los registros se realizó a base de dopaje forzado y el dopaje en forma de daño corporal. (…) La supresión de estos registros no es posible por razones jurídicas “.
En 1991 se publicó un libro titulado Doping Dokumente escrito por Brigitte Berendonk, excampeona del lanzamiento de disco de la República Federal Alemana, y su marido Werner Frank, catedrático de Biología Molecular de la Universidad de Heidelberg, en el que nombraban a 216 atletas de la RDA que tomaron anabolizantes, y entre ellos aparecía el nombre de Marita Koch. Entre la documentación que señalaban los autores que habían encontrado aparecía una carta de Koch en la que se quejaba que las dosis que le proporcionaban a Barbel Wockel –ganadora de cuatro medallas de oro olímpicas– era mayor que la que le daban a ella porque el tío Wockel era el presidente de la compañía farmacéutica que proporcionaba los esteroides. Koch, por su parte, había denunciado a Der Spiegel por publicar los extractos del libro que la acusaban.
Otros récords siempre discutidos fueron los de las atletas chinas que surgieron de manera espontánea y numerosa en los principios de los noventa. El conocido como Ejército de Ma, llamado así en honor al entrenador Ma Junren, se colocó en todos los primeros puestos del ránking mundial en las pruebas de fondo. Los récords de sus atletas permanecerán en las listas mundiales por muchos años. Qu Yunxia corrió, en septiembre de 1993, el 1.500 en 3:50.46. Pero lo asombroso no fue su marca, sino que las chinas lograron colocar a las cuatro primeras del ránking mundial de todos los tiempos. La tercera, Yinglai Lang, apareció en 1997, corrió en 3:51.34 y despareció del mapa. Tenía 18 años cuando hizo esa marca. Actualmente, la mejor china está a más de quince segundos de lo que hacían sus compatriotas hace dos décadas, y la mejor marca del mundo en el 2013, de la invicta Aregawi, está a cinco segundos del récord del mundo. Situación similar sucede en el 10.000, donde Wang Junxia logró una marca que está fuera del alcance de la mejor generación de fondistas de la historia con atletas como Meseret Defar y Tirunesh Dibaba. La famosa sangre de tortuga, que según Ma Juren era la que hacía andar tanto a sus atletas, provocó resultados anormales en los test previos a los JJ. OO. de Sídney, lo que llevó a su destitución. Al año siguiente, dos atletas suyas, Liquing Song y Lili Yin, fueron suspendidas por dos años al dar positivo por testosterona.
Algunas propuestas, que se expusieron en su día, pedían que se empezara de cero el ránking mundial con el inicio del milenio, pero finalmente no se llevó a cabo.
La prestigiosa revista T&F publicó recientemente el ránking mundial empezando a contar desde el año 2000:
– Lista completa de las mejores marcas, en ambos sexos, desde el año 2000
– Lista de récords del mundo femeninos
* Óscar Fernández Villar.
– Foto: Wolfgang Kluge (German Federal Archive) – AP
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