1.- Aunque el titular de esta crónica mencione a Pepe, no se refiere (al menos no totalmente) al central del Real Madrid. Tan sólo es un juego de palabras con la mítica película de Pedro Lazaga que bien refleja el ánimo del Real Madrid cada vez que viaja al país de los teutones. De las 23 visitas a Alemania en todas las competiciones europeas, los blancos, el mejor equipo del siglo XX, ha perdido 16 veces y empatado seis, ganando sólo una vez.
2.- La suerte del sorteo, sin embargo, obliga al Madrid a viajar a Alemania. Indudablemente, por haber sido demostrado de forma continuada, el Madrid se empequeñece allí. Rebosa un complejo de inferioridad que no debería existir en un club que está pensado y creado por y para ganar, para dominar el fútbol con mano de hierro. Da igual que el rival alemán sea el Borussia Dortmund, el Bayern Múnich o el Werder Bremen (los tres últimos equipos con los que ha perdido el Madrid en Alemania). Contra todos ellos, el Madrid deja de creer automáticamente en su superioridad, existente en la teoría, pero ausente alarmantemente en la práctica.
3.- Y eso que normalmente lo que le gusta al Madrid es un equipo que juega un estilo de fútbol parecido al propio. Eléctrico, fugaz, necesitado de una precisión absoluta en cada pase, en cada cambio de juego para que una pérdida de balón inoportuna no genere una clara ocasión de gol. Si al Madrid le otorgan espacios tras una defensa adelantada, los pases de Mesut Özil y Xabi Alonso suelen ser letales gracias al martillo de Cristiano Ronaldo. Así quedó demostrado en el gol del portugués. Delicioso manjar en forma de asistencia de Özil a la espalda de los centrales, fallo en la salida de Weidenfeller y definición precisa de Ronaldo.
4.- Esa debía ser una de las principales fuentes de ingresos para el Real Madrid, pero se explotó con escasez. Y es que el Dortmund, a pesar de jugar con la línea de cuatro relativamente lejos de su portero, juntaba ésta con la del medio del campo para cerrar todos los espacios y ahogar a Özil cuando el Madrid tenía la posesión. El alemán, en su patria, se sintió atrapado y desasosegado, mientras que las ayudas de Xabi Alonso y de Modrić eran mucho menos precisas de lo que acostumbran.
5.- Y precisamente tras la entrada del croata, el Madrid tenía una medular rebosante de talento, trabajo y criterio organizativo. Pero fue con Özil, Xabi y Modrić cuando no encontró el equilibrio necesario para quitarle el balón al Borussia. Con la lesión de Khedira, Götze y Reus, cruelmente inteligentes, respiraron aliviados. El trabajo de Sami es fundamental en la cobertura de los laterales, para evitar que los jugadores creativos del rival se asocien con comodidad. Esto se perdió sin él.
6.- La libertad de los dos jugadores más técnicos del Dortmund (y casi de toda la Bundesliga), generó innumerables superioridades, dos contra uno con los laterales blancos, desbordados por las constantes subidas de sus homólogos alemanes. Cuando Piszczek y Schmelzer corrían sus bandas, el Real Madrid se veía embotellado en su área por hasta ocho jugadores contrarios en poco más de treinta metros.
7.- Esta situación bien podría haber generado otra situación ideal para el Real Madrid: el contragolpe. Pero Klopp, listo como pocos, aprovechó el dudoso estado físico de İlkay Gündoğan para poner dos pivotes más destructivos que constructivos (aunque tanto Bender como Kehl tienen una técnica sorprendente). Estos, siempre por detrás de la línea del balón, eran un tapón para evitar los contragolpes madridistas y consiguieron ampliamente su objetivo. Weidenfeller no se encontró ningún contraataque en su portería en ningún momento, salvo el mencionado gol de Cristiano.
8.- Con Alonso, Özil y Modrić poco productivos, la obligación de generar pases decisivos era de Ángel di María. Incisivo, voluntarioso y hasta casi omnipresente, pero siempre impreciso. La mayoría de las jugadas de ataque del Madrid pasaron por las botas de Di María, tumbado en la banda derecha. El argentino se perfilaba para su pie izquierdo y buscaba un centro con la rosca hacia el marco, un pase en profundidad que sorprendiera a los centrales o un disparo. Ninguno encontraba recompensa.
9.- Si un hombre como Di María se pasa un partido casi entero centrando, un rematador nato sería la opción más correcta para ocupar la delantera. Pero ni la marcha de Benzema y la consiguiente entrada de Higuaín cambió el panorama. El ‘Pipa’ encontró cuando salió en el minuto 73 un equipo cansado en la parte ofensiva, absolutamente incapaz de generar juego, menos incluso que en los anteriores minutos.
10.- Y el titular tiene parte de mensaje para Pepe porque el portugués ha elegido un mal día para hacer un partido flojo. Serio en el corte en la mayoría de ocasiones, Pepe se perdió en la salida del balón cuando más fácil lo debería de haber tenido, con Modrić y Xabi por delante para ayudarle a empezar la jugada. En uno de esos errores llegó el gol de Lewandowski. Y antes, Bender bailó con él en una acción poco atractiva para el central madridista.
11.- Entre dos equipos que juegan tan parecido deben darse ineludiblemente las mismas situaciones. Comienzo fiero, fase de pausa y parte final de descontrol. La segunda parte fue un toma y daca continuado. Ninguno cogía el control absoluto del choque, aunque eran los locales los más contundentes. Cuando Schmelzer marcó, cualquier otro entrenador habría decidido guardar la ropa y aguantar el resultado, pero eso no va con Klopp. Sacó del campo a un pivote y metió a Gündoğan para tirar los contragolpes y encontrar rápidamente a Götze y Reus para hacer daño. Y no les faltó mucho para sentenciar. Ni siquiera en el minuto 90, cuando el Madrid debía volcarse sobre su área, Klopp renunció a su estilo. Sacó a Reus y metió a Perišić, más de lo mismo.
y 12.- Lo peor para el Madrid, más allá de la derrota (menos trascendente que en un principio tras la derrota del City contra el Ajax), es que en la media hora final, con 2-1 en contra, no generó prácticamente ninguna ocasión de gol. Es preocupante la capacidad del Real Madrid de mostrar su cara más negativa en partidos muy trascendentes o en momentos puntuales de dichos encuentros. Se hizo más pequeño de lo que es en los dos partidos de la eliminatoria contra el Bayern, hasta hace bien poco se hacía mucho más pequeño cada vez que jugaba contra el Barça; incluso se hizo diminuto contra el Sevilla en Liga. Si el deseo es, como cada uno de los últimos diez años, ganar la ‘Décima’, el Real Madrid debe empezar a creerse superior.
* Jesús Garrido es periodista.
– Fotos: Martin Rose (Bongarts) – Ina Fassbender (Reuters)
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