1.- Sexta semifinal consecutiva de Champions para el Barça, la séptima en ocho años. El pase más agónico, el más difícil, el peor jugado. De largo. Equipo vulgarizado, irreconocible, entre alfileres por sus lesionados, extremado en los peores defectos tan detectados repetidamente a lo largo del curso. Sujeto a las manos mágicas de Valdés y a la bala de plata de Messi, jugador cojo cuya pavorosa presencia es, por sí sola, capaz de girar un partido torcido.
2.- “¡Desenfunden!”, grita el general y ya todos comprendemos que esta es una de las batallas elegidas. Uno de los días de coraza y espada afilada. Suenan las notas de Haendel y lucen engalanados los carruajes. Es noche grande y al minuto lanza una daga Xavi y sesenta segundos después le replica Lavezzi. Noche de espadas y puñales, sangre cierta.
3.- Pedro por izquierda, Villa en el eje y la derecha, como en Wembley salvo que no está Messi y el Barça ha cambiado su eje de juego y el rumbo. Cae Cesc a la izquierda para cargar por ese costado que se se aventura como debilidad parisina. Parece pesar mucho Pedro por dicha banda, amenazante, mientras la banda opuesta vuelve a ser para Alves, aunque no acaba de romper arriba ni quedarse abajo. A Busquets le espera una noche de roce y linimento contra Ibrahimovic, pero poco podía imaginar semejante pesadilla en las transiciones, vendido en solitario ante dos o tres rivales en cada acción.
4.- El PSG se hace con el balón al cuarto de hora y cruza varias diagonales dolorosas para los laterales del Barça, cuyas espaldas se perciben, nuevamente, frágiles al contrario que las anticipaciones, excelentes Adriano y Alba en intuir los momentos de peligro. Sí, está Adriano en lugar de Bartra porque el temor reside en la segunda jugada parisina y contra ella hace falta velocidad y reflejos, dos buenas características del brasileño, que dura en el campo lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks (disculpen que cite al poeta).
5.- No domina el juego Xavi, aplastado por la velocidad propia y ajena, y mucho menos Busquets, doliente sin par, superado por las apariciones de Pastore por el carril central. Bien protegido por Motta, el tándem Verratti-Pastore se antoja indescifrable para los centrocampistas blaugranas, batidos por dentro y por fuera. El Barça está irreconocible y no se puede atribuir a la ausencia de Messi porque hablamos del abecedario: controlar el juego y asegurar pases sencillos. El equipo del rondo parece calzar botas cuadradas, en tanto el PSG dispara puñal tras puñal sobre Valdés, víctima perpleja atada a la diana.
6.- Defienden con intensidad Piqué, Adriano y Alba. El resto de sus compañeros lo hace con la mirada, como si la batalla no fuera con ellos y el equipo se defendiera solo con el nombre, mientras Valdés tiene que hacer cabriolas para mantener el marcador a cero. Sí, es un mal partido del Barça que no juega sino que ejecuta algunas jugadas, en su versión gris de equipo vertical partido en dos, la apuesta de este año, exitosa en resultados, fallida en juego.
7.- Miran los de arriba, inertes en ataque, nulos en presión, dejando un boquete que los interiores y Busquets no pueden taponar. Es una sangría que empieza muy alto, en el ataque, reverso de lo que fue el conjunto que agredía desde el anuncio de la alineación. El gran Barça empezaba siempre mordiendo arriba y jugando juntos. Hoy no tiene dientes en la presión y se complace en moverse disgregado, equipo largo y separado, vertical.
8.- El equipo pide una corrección aguda desde el minuto 10 porque Villa es más estático que dinámico, en tanto Cesc continúa buscando sin éxito un lugar al sol. El Paris Saint-Germain se aprovecha del festival barcelonista de errores. No disputará un partido brillantísimo, pero sí inteligente, aprovechando las facilidades locales a partir de la astucia de Pastore y Verratti, que conducirán lo justo para atraer y buscar el lado opuesto, girando al Barça hacia la meta de Valdés, eso que tanto odia un equipo desconocido en el menú, ni carne ni pescado, ni fiera ni gladiador.
9.- La verticalidad. ¿Es la verticalidad lo que necesita este Barça? ¿En serio? De tanto creer en la verticalidad, el Barça se ha desnaturalizado. Si no te importa que la brújula marque un grado más o menos, posiblemente al cabo de un tiempo acabarás muy lejos de tu destino. Y así se desperdician 50 minutos, lanzados por la alcantarilla a base de dejar escapar los pequeños detalles que componían el mosaico. Fiados a la eficacia inhumana de Messi, el Barça se ha ido vulgarizando. El juego del fútbol es un mural de pequeñas piedrecitas y si renuncias cada día a una de ellas el mural acaba reducido a hormigón desnudo.
10.- Tras la escapada victoriosa de Pastore, bien recogida y acompañada por Ibra, el PSG está donde se intuía tras amagar varias veces en el primer tiempo. Y el Barça, donde merecía tras conceder tantas facilidades. Y entonces toca encomendarse a un cojo obligado a trotar. Un cojo que, en una de esas, se basta y sobra con amagar un quiebro y un regate para desordenar a toda la zaga visitante y que Villa pueda cederle a Pedro un fusilamiento nocturno.
11.- El Barça clava el puñal definitivo e incluso trampeará el tramo final sin padecer apuros serios o, en cualquier caso, mucho menores que en la primera hora. Y será por la pavorosa presencia de Messi, suficiente para darle la vuelta a un equipo y hasta a dos, el propio y el rival. Esa misma apabullante influencia del argentino campeador también delatará que el club con su planificación, el cuerpo técnico con sus decisiones y los jugadores con su «liberación» han descendido demasiados peldaños en la exigencia y ahora queda por saber si van a remontar de nuevo la cuesta, lo que es muy posible pero exige arremangarse seriamente.
y 12.- Porque, en efecto, Pep era un pesado. Esos mil detalles, esa insistencia, ese no pasar ni una… Sí, su marcha fue liberadora. Pero liberadora del peor rostro, el de las carencias y los defectos, que como todo equipo también los tenía y los tiene el Barça. De tanto liberarse y hacerse verticales renunciaron a ser lo que eran y se han quedado en los huesos. El Barça es nuevamente semifinalista, seis de seis, una hazaña esplendorosa para el club, pero al mismo tiempo acumula un montón de asignaturas ante las que clavar los codos para corregirse.
PD: En la primera redacción olvidé mencionar a Carlo Ancelotti. Reparo aquí este olvido. Excelente visión previa del partido y buena lectura de partido.
– Foto: AFP
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